jueves, 5 de marzo de 2009

MÉDICO CÚRATE A TÍ MISMO

Muy pocas veces se cumple este dicho, porque ningún médico por muy famoso y especialista que sea y haya curado a otros muchos, se tiene que poner en manos de otro médico para que le cure. Es ley de vida.

Un sacerdote puede perdonar los pecados de muchos y sin embargo no puede perdonarse los propios, se los debe perdonar otro sacerdote.

Cuando Jesucristo estaba muriendo en la cruz le decían los que pasaban por allí: “Este que curó a tantos enfermos y hasta resucitó muertos, ¿ Por qué no se salva a sí mismo y baja de la cruz?

Jesucristo vino no a salvarse a sí mismo, sino a salvarnos a todos y para cumplir su misión tenía que sufrir para que creyéramos en SU AMOR. No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos como lo dijo el mismo Jesucristo.

Jesucristo en el huerto de los olivos suplicó al Padre que le apartara de aquel cáliz; pero que no se hiciera su voluntad sino la del Padre.

Y estando en la cruz pidió a su Padre que perdonara a los que les estaban crucificando porque no sabían lo que hacían.

Nos estaban dejando a su madre como madre nuestra.

Prometió el paraíso al buen ladrón.

Se estaba quejando a su Padre porque lo había abandonado, siendo El Dios como el Padre, pero también era hombre y como hombre tenía que sufrir por mandato Divino.

Nosotros tenemos unir nuestros sufrimientos a los de Cristo, si queremos salvarnos. Ley de reciprocidad.

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