jueves, 19 de marzo de 2009

NO DIJO NI UNA PALABRA

Siendo los Evangelios como actas notariales de la vida de Jesús, María y José. La Trinidad terrena, sólo dan testimonio de San José, en las que no pronunció ni una palabra, en las siguientes circunstancias:

Cuando desde lo Alto se le comunica que sería el padre del Hijo de Dios.
Tiene que subir desde Nazaret a Belén por ser la ciudad de David porque pertenecía a la casa y familia de David.
Los pastores encontraron a María, José y al Niño acostado en un pesebre.
Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de El cuando LO presentaron en el templo.
Un Ángel del Señor le despierta y le ordena que huya a Egipto con el Niño y su Madre y lo mismo cuando le ordena que regrese a Israel.
Después de los tres días de búsqueda, encuentran al Hijo, le dicen: Mira, tu padre y yo, apenados andábamos buscándote, ¿No sabíais que yo me tengo que ocupar de las cosas de mi Padre?, le respondió.

En todo esto no hay ni una sola palabra de San José. ¿Por qué?, Porque, muchas veces, el silencio es más elocuente y por eso se limita a oír, ver, callar y actuar. Maravilloso, humilde y eficaz comportamiento. Y sobre todo obediencia ciega aceptando la voluntad de Dios sin pedir explicaciones.

Una imagen ejemplar vale más que mil palabras, por eso siempre actuó callado, lo ¡mismito que nosotros! Así nos luce el pelo.

Lo que sucede es que Dios supo a quién elegir y delegar para tan gran misión y lo hizo a lo Dios y no como los hombres lo hubieran hecho, fue la humildad y obediencia personificada.

Ya sabemos cómo tenemos que ser y actuar si queremos que Dios
Delegue en nosotros para algo importante.

Quiero felicitar a todos los Jóse-Pepes, y Padres, que me hayan leído, si es que hay alguno, y pido a San José que tenga hoy un detalle con ellos.

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