lunes, 6 de abril de 2009

¿ES LA FE UN DON O UNA CARGA?

Para el ateo o el agnóstico, la fe, no sería una carga por los comportamientos a los que se verían obligados, sino que sería un absurdo, puesto que para ellos no existe Dios.

No obstante, no podemos pensar que estos incrédulos se vayan a condenar eternamente. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas” dijo Jesucristo.

En la tierra existe una gama casi infinita de moradas. Desde palacios paradisíacos a cloacas inmundas. ¿Vamos a negar la posibilidad de que Dios, en ese espacio infinito sincategoremático, puesto que no se conocen sus límites, tenga establecidas esas moradas?; pero si aquí en la tierra nadie quiere vivir en una cloaca, en la estepa o en el tórrido desierto. Allá arriba ¿Qué?... y eternamente.

Lo triste y preocupante es que los que han recibido el don de la fe, vivan con ese tesoro escondido e improductivo y al no ser ni fríos ni calientes, los vomite Dios, como dijo San Juan en el Apocalipsis.

Muchos creyentes no saben aprovecharse de las riquezas que tiene el don de la fe. Jesucristo aun sabiendo que en aquel tiempo, muchos se escandalizarían dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. Tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día”

Si Dios está con nosotros. ¿Quién contra nosotros?. Afuera la soledad, las angustias y las depresiones. “Dios estará con nosotros hasta el fin del mundo” como nos prometió Jesucristo.

¿Por qué no se manifiesta Dios más abiertamente?, pensarán muchos. A esto nos responde Santa Teresa de Ávila con las siguientes revelaciones:

“Vi a la Humanidad Sacratísima con más excesiva gloria que jamás la había visto. Cuando yo me llegaba a comulgar y me acordaba de aquella Majestad grandísima que había visto y miraba que era el que estaba en el Santísimo Sacramento, y muchas veces quiere el Señor que le vea en la Hostia , los cabellos se me espeluznaban y toda parecía me aniquilaba. ¡Oh Señor mío!. Si no encubrieras vuestra grandeza, ¿Quién osaría llegar tantas veces a juntar tan sucia y miserable con tan gran Majestad?”

“Podríamos acaecer a lo que a un labrador, y esto es cierto, que pasó así: Hallóse un tesoro, y como era más que cabía en su ánimo, que era bajo, en viéndose con él, le dio una tristeza, que poco a poco se vino a morir de puro afligido y cuidadoso de no saber qué hacer de él. Si no lo hallara junto, sino que poco a poco se le fueran dando y sustentando, con ello viviera más contento que siendo pobre, y no le costara la vida.”

"¡Oh riqueza de los pobres, y qué admirablemente sabéis sustentar las almas y sin que vean tan grandes riquezas, poco a poco se las vais mostrando!"

"Cuando yo veo una Majestad tan grande disimulada en cosa tan poca como es la Hostia , me admira sabiduría tan grande y no sé cómo me da el Señor ánimo para llegar a ÉL."

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