jueves, 16 de abril de 2009

HABRÁ QUE PONER LA OTRA MEJILLA

“Si alguien te abofetea en la mejilla, ofrécele la otra”. Esto fue lo que dijo Jesucristo. Muy difícil de cumplir; pero está llegando el momento en que nos vamos a ver en esta tesitura.

Antes, quiero recordar un pasaje Evangélico, que a mí me impresiona muchísimo:

Cuando Caifás le preguntó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina, Jesús le respondió que se lo preguntara a todos los que le había oído públicamente y que por qué le preguntaba. Un alguacil que estaba a su lado, LE dio una BOFETADA, diciendo: ¿Así respondes al Pontífice?. Jesús le contestó: “Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien ¿por qué me pegas?

Esta Bofetada, me produce un no se qué, al ver a todo un Dios que había demostrado tanto poder con sus milagros, decir y con esa mansedumbre: ¿Por qué me pegas?, cuando cualquiera de nosotros lo primero que hubiera hecho, por lo menos, sería escupirle la cara, como también lo hicieron con ÉL.

El que se considere discípulos de Jesús, sepa que no puede ser mas que su Maestro, por lo tanto, tendremos que estar preparados para recibir en ambas mejillas todas las bofetadas que nos están dando a los católicos con tantas leyes, que mas que proteger a los ciudadanos, van dirigidas contra la Iglesia, para que una vez destruida esta, puedan eliminar a Dios y conseguir unos ciudadanos, que al no tener Dios ni conciencia, se aborreguen de tal forma que se dejen conducir dócilmente por el pastor y sus perros secuaces.

El Ministro Aranda fue el principal inspirador y ejecutor de la expulsión de los jesuitas en 1767, porque decía: “destruyamos primero a la hija, se refería a la Compañía de Jesús, y luego iremos a por la madre, refiriéndose a la Iglesia.

Por desgracia la historia se repite, por lo tanto, nos podrán dar de bofetadas; pero jamás nos deberán tapar la boca, para defender; pero siempre con mansedumbre, como lo hizo el Maestro los principios inamovibles.

2 comentarios:

Luis Alberto dijo...

Para los que somos abofeteados diariamente y ni aún así nos acostumbramos, sus palabras-amigo Roque- resultan conmovedoras. Se nos mueve el piso frenando la reacción, porque nos falta la grandeza del Maestro.No estamos solos aunque así, a veces, nos sintamos. El, que se dejó humillar hasta la muerte, con sus brazos nos sostiene.

Roque Pérez dijo...

Mi muy estimado Luis Alberto:Me alegra comprobar que estamos en la misma sintonía, que Dios nos ayude a ser consecuentes con lo que pensamos.

Un saludo.