viernes, 24 de abril de 2009

LA JUBILACIÓN EN EL TABOR O EN EL CALVARIO

Cuentan los evangelistas que un día Jesús se llevó al monte Tabor a Pedro, a los hermanos Santiago y Juan, y se transfiguró ante ellos. Brilló su rostro como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Se le apareció Moisés y Elías hablando con ÉL. Tomando Pedro la palabra, dijo: Señor. ¡Qué bien se está aquí!. Si quieres, haré tres tiendas, una para TI, una para Moisés y otra para Elías. Aún estaban hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente y salió de la nube una voz que decía: Este es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias, escuchadle. Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. Jesús se acercó, y tocándolos, dijo: levantaos, no temáis. Alzando ellos los ojos no vieron a nadie, sólo a Jesús.

San Pedro, ¡Hala!, ya quería jubilarse. La ignorancia y el amor que sentía por su Maestro, le hicieron desear quedarse en el Monte Tabor para estar siempre junto a Jesús.

Los que se jubilen, puede que estén ya en el Tabor o en el Calvario. Depende de lo que hayan hecho allá abajo.

El que esté en el Tabor será porque recordará una infancia repleta de ilusiones, que aunque algunas no se hayan conseguido, otras, sí. Añorará los primeros amores puros y románticos de juventud. Se sentirá satisfecho y con la misión cumplida, si ha sabido crear, mantener y dirigido una familia por los caminos de Dios, porque aunque el poeta diga que “No hay camino, que el camino se hace al andar” ¡Vaya si existe el camino!, sobre todo el recto, que es el único que puede conducir a la felicidad. Lo que sucede es que no se encuentra, porque no se busca, o si se encuentra y no le gusta, hace su propio camino equivocado.

El que haya seguido el buen camino, podrá descansar en el Monte Tabor, no tendrá necesidad de bajar para corregir lo mal vivido y entonces podrá hacerse una tienda para estar cerca de Jesús.

El que haya seguido un camino equivocado y esté atormentado por los remordimientos, o angustiado por situación económica, enfermedad u otros sufrimientos, seguro que estará en el Monte Calvario; pero siempre podrá pedir lo del Buen Ladrón: “Señor, acuérdate de mí, cuando estés en tu Reino”. Seguro que Jesús le responderá: “Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”.

Estés en el Tabor o en el Calvario, lo importante es saber estar junto
a Jesús.

No hay comentarios: