viernes, 3 de abril de 2009

¿NACEMOS PREDESTINADOS?

Suele decirse que unos nacen con estrella y otros estrellados. Unos ricos y otros pobres. A unos, casi todo le sale a pedir de boca y a otros, no le sale una a derechas. El ¿Por qué?. Al final lo sabremos.

No es verdad lo que dicen que Dios nos arroja a este mundo como una semilla imprevisible, suyo desarrollo EL ignora, o que nacemos con nuestro destino escrito y que nada podemos hacer para cambiarlo.

Es verdad que Dios, desde toda la eternidad, sabe lo que cada uno va a realizar en este mundo, porque es Omnisciente.

En las antiguas tragedias griegas, los espectadores sabían, de antemano, lo que iba a suceder y asistían al espectáculo para ver como las interpretaban los actores. Algo parecido, puede que le suceda a Dios. Quiere ver cómo interpretamos nuestra vida. Nos deja plena libertad. Dios nos marca las líneas maestras, nos da el lienzo, los pinceles y los colores y se limita a esperar y observar atentamente la maestría o desacierto con la que vamos realizando nuestro propio cuadro.

De nosotros depende saber elegir los pinceles y la mezcla adecuada de colores y aunque siempre nos pueda caer una mancha, también podremos hacer borrón y cuenta nueva. De sabios es rectificar, siempre que lo hagamos pronto y no lo dejemos para el final, por si no nos queda tiempo. No debemos copiar el cuadro del vecino, a no ser, que sea una maravilla.

Deberemos pintar el nuestro con las propias peculiaridades y si humildemente recurrimos al Gran Maestro y nos dejamos guiar, nos saldrá mejor. Para ello tendremos que usar adecuadamente todos los colores, que serán todas las circunstancias que se nos vayan presentando, porque aunque “El hombre es él y sus circunstancias” como lo definió Ortega y Gasset, todos venimos a este mundo sabiendo lo que es bueno y lo que no lo es, por tanto no escojamos el camino más fácil, como sería dar brochazos. Intentemos, al menos, la perfección.

Los cuadros más valiosos han sido los pintados por los santos, porque obedeciendo las directrices del Divino Pintor han plasmado lo sublime, lo transcendente, lo eterno y, a veces, a falta de colores han usado la propia sangre. Por eso, lo más importante que podemos hacer en este mundo es trabajar para ser santos.

No hay comentarios: