martes, 26 de mayo de 2009

QUIEN RENUNCIA AL LUJO, LO ESTÁ DISFRUTANDO

Al decir lujo, siempre se piensa en arrogancia, posesión, poder y sobre todo presunción; pero el auténtico lujo está en la SUBLIMACIÓN, en el no va más.

El que más o el que menos, siempre aspira a conseguir algún grado de lujo, como sería tener muchas riquezas y, sobre todo, ser considerados como ricos; pero nunca ricos nuevos, aunque, a veces, sus comportamientos, un tanto arrogantes y presumidos, los delata.

Los hay que disfrutan de un lujo “asiático” tan espectacular, llamativo e injusto que levanta oleadas de justas reivindicaciones sociales.

El verdadero lujo está en la sublimación. O sea una persona puede llegar a ser sublime, siendo pobre, porque la riqueza es algo externo; pero lo sublime, lo excelso, lo eminente y de elevación extraordinaria, es algo muy íntimo y personal. Todo esto, por desgracia, no se suele tener, por rico y poderoso que alguien sea.

Ha habido y los hay que, paradójicamente, y precisamente, por haber renunciado a todo lo que conlleva el lujo y la riqueza, están disfrutando de esa sublimación, de esa excelsitud, de esa eminencia y elevación extraordinaria, al ser Canonizados como Santos, porque además de que están disfrutando de un LUJO incomparable, y por toda la eternidad en el Cielo, aquí en la tierra se les venera, se les recuerda y se les ama siempre.

¿Quién no querría ser Santo como queremos y luchamos por ser ricos?

Debemos recordar que ser santos no cuesta dinero ni mucho trabajo, aunque sí muchas renuncias y sobre todo, mucho AMOR a DIOS y al PRÓJIMO.

No hay comentarios: