domingo, 5 de julio de 2009

LO QUE PUEDE SUCEDER EN UN SEGUNDO

En la eternidad de un segundo,
a la muerte yo le ví,
lloraba silenciosa y,
un gesto de rabia intuí.
Quiso decirme que lo sentía,
que ella no quería,
que si le hubieran dado tiempo
para pensarlo,
seguro le hubiera faltado el valor
para ejecutarlo;
pero es que con el nombre de Segundo marcado
nació,
con derroche de tiempo para sus enfermos
vivió,
y en el segundo de un día que empezaba
murió.
A borbotones, tierra adentro,
se han hundido para siempre,
el beso del niño enfermito y
el saludo saludable para el amigo.
Si supiéramos cuando ibas a llegar
¡Oh ciega muerte!
te abriríamos los ojos
aunque fuera con hierros candentes
para que, con tiempo, te dieras cuenta
y no tuvieras más tarde que lamentarte
de haberte llevado,
en quien, tú, precisamente,
tantas veces descansaste.
No te creo rencorosa ni envidiosa
porque de tus manos
tantas vidas arrancó.
Trágicamente pienso que fue un mal momento,
tan rápido y abismal
que ni siquiera, tú, con tu poder,
pudiste evitar.
No llores, oh triste muerte,
que las lágrimas son nuestro pan.

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