miércoles, 8 de julio de 2009

¿QUÉ SON LAS TENTACIONES?

¿Una incitación, un impulso, un capricho, una seducción, un vértigo, o es el demonio el que nos tienta? La tentación sólo ataca cuando existe conciencia de pecado o de algo prohibido y, como hoy parece que todo está permitido, el demonio ni se molesta en tentarnos, se ha jubilado.

Ahora se peca sin pasar por el trago de la tentación. De pequeño nos decían: “No peques que ofendes a Dios”. Como se pasa de Dios, pues a pecar.

Aunque a Dios no se le pueda ofender porque es demasiado Dios, ni le puedan salpicar nuestras inmundicias, nosotros sí que estamos sumergidos en ellas y de tal forma estamos contaminando, no la atmósfera, ni el medio ambiente, sino a la humanidad entera poniéndola en peligro de extinción.

Nos dicen que estamos destruyendo el planeta y seguro que no sobrevivirá porque no habrá quien lo habite si se sigue permitiendo tanta promiscuidad sexual, tanto divorcio, tanto aborto y eutanasia. Ni habrá familia ni descendientes bien educados y responsables.

Los pecados son piedras sobre nuestro propio tejado.

El que mienta por costumbre, engaña y manipula, pierde su personalidad y nadie se fía de él.
El que calumnie, tarde o temprano, le devolverán la pelota.
El que sea infiel o adultere, llorará lágrimas de sangre.
La que aborte por capricho y comodidad, algún día, lo lamentará y posiblemente, hasta maldiga a los que, no sólo, se lo permitieron, sino que casi se lo fomentaron, y no por razones humanitarias, sino por una política sectaria o equivocada.

Al repasar los Mandamientos de Dios, quedará de manifiesto que al que más perjudica, aun aquí en la tierra, es al pecador y no digamos cuando se tenga que presentar ante el Juez Supremo, que le estará esperando, no para vengarse, Dios no es vengativo. Es que el pecador se habrá cubierto de tantas heridas y estará tan deforme, que cual leproso, no querrá que Dios lo vea, y así estará eternamente huyendo de la mirada de Dios.

¿Es que la sangre de Cristo no nos limpia?. Sí, siempre que seamos capaces de reconocer humildemente y con verdadera vergüenza nuestros pecados y pidamos perdón. No, si pecamos y pecamos sin ningún remordimiento, o pensamos, peco que luego me confieso. No podremos evitar seguir siendo débiles; pero sí el ser sinceros y no intentar engañar a Dios.

La sangre de Cristo nos limpiará de tal forma que ni huella de cicatrices nos quedará si verdaderamente sentimos lo que sintió este anónimo poeta.

No me mueve, mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves Señor el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y de tal manera
que auque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

EL AMOR LO PURIFICA TODO.

No hay comentarios: