martes, 1 de septiembre de 2009

HAY QUE SABER VIVIR CARA A DIOS Y NO CARA A LA GALERÍA

Muchos, por desgracia, viven de prestado porque no saben o no quieren manifestarse cómo son. Viven, lo que se dice, cara a los demás.

Lo que menos les importa es saber vivir la propia vida, tal como Dios se la ha dado o ellos se la han forjado. Lo único que cuidan es la imagen, que los demás puedan apreciar, aunque sea distorsionando la real con sacrificios inútiles y de nulo provecho. Así somos de fatuos.

Al querer estar sometidos a la opinión y juicios del mundo que les rodean, pierden el tiempo y el estudio para que sus vidas sean lo más perfectas que puedan por dentro y por fuera, sin deseo de ser envidiadas, sino sencillamente ejemplarizantes, que buena falta nos hace, en medio de tanta presunción y horterada.

Sólo se puede conseguir una vida honesta y ejemplar, que es la que en realidad, nos puede dar libertad y felicidad, es cuando se vive CARA a DIOS y se pone el MUNDO POR MONTERA.

No se puede ir por el mundo queriendo saberlo todo, criticarlo todo, querer arreglarlo todo y, sólo viendo lo malo, sin pensar, precisamente ante tales males, en Dios y suplicarle que nos eche una mano, que buena falta nos está haciendo.

Estamos deseando saber qué opinan de nosotros los demás y sólo nos preocupamos en vestir nuestra imagen con buen ropaje, cuando apenas tenemos ropa interior y casi estamos desnudos.

Y si cogemos una pulmonía, en lugar de acudir a Dios, nos abrigamos hasta el cuello para que los demás no descubran nuestra enfermedad y nos desprecien. ¿No sería más eficaz que conocieran la realidad por si nos pudieran echar una mano?

Creo que lo que nos importa de verdad es saber qué imagen tiene Dios de nosotros.

¿Se lo hemos preguntado para corregirla si no es la adecuada?

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