jueves, 3 de septiembre de 2009

¿QUIÉN ENTRÓ PRIMERO EN EL PARAÍSO?

Está escrito en los Evangelios que cuando Jesucristo estaba clavado en la cruz, uno de los ladrones le increpó diciendo que si El era el hijo de Dios, lo librase del tormento, a lo que el otro ladrón le replicó que si no temía a Dios, ni estando a punto de morir, porque ellos sufrían la pena de muerte justamente por lo malo que habían hecho; pero Jesucristo, siendo inocente, estaba condenado a la misma tortura que ellos.

Entonces le salió la siguiente súplica: “Señor acuérdate de mí, cuando estés en tu Reino.”

“HOY MISMO ESTARÁN CONMIGO EN EL PARAÍSO.”

Luego San Dimas, el buen ladrón, históricamente y por boca del mismo Jesucristo, fue el primero que, directamente, entró en el Paraíso porque, posiblemente, al aceptar los sufrimientos por sus culpas, le fueron perdonadas y pudo ingresar limpio.

Jesucristo quiso dejar bien claro, que puesto que todos somos pecadores, sólo nos podremos salvar, si reconocemos sinceramente nuestros pecados, los confesamos y aceptamos humildemente y con resignación todos los sufrimientos que nos puedan venir en este mundo, sabiendo que nos los merecemos, como lo hizo el buen ladrón.

A veces, somos tan soberbios que si hemos ofendido a Dios ignorándolo o abiertamente echándole en cara algo, y perjudicando al prójimo en las múltiples maneras que existen, es por culpa de los demás o por las circunstancias; pero nunca por la nuestra.

Cualquier excusa; pero nunca por nuestra culpa, y esto es lo que Dios no puede perdonar.

El que nunca confiese sus pecados y reconozca sus errores ante Dios y ante los demás, no sólo no podrá obtener el perdón divino, sino que tampoco podrá ser apreciado por los que le rodean.

El que se crea y diga que no se equivoca, es que vale muy poco.

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