jueves, 8 de octubre de 2009

DIOS Y SATANÁS

FE es creer en algo que no se ve. A Dios y a Satanás no los vemos como cabezas de sus partidos; pero a sus votantes y seguidores, sí que los vemos. Son los buenos, los malos y los chaqueteros, que unas veces encienden una vela a Dios y otra al Diablo.

Lo triste es que en este mundo hay muchísimos más malos que buenos, o al menos así lo parece por el ruido que hacen, protagonizándose declarando guerras, cometiendo actos terroristas, destruyendo las familias, rompiendo la convivencia por ideologías extremistas, fomentando el libertinaje, la grosería, la mala educación, el egoísmo regional e individual y otras tropelías.

Todo esto lo tienen que soportar los que quieran e intenten ser buenos y razonables si quieren que haya paz, porque con los malos no vale diálogo alguno. O los aguantan, o se ponen a su altura y entonces son malos.

Conviene recordar que Jesucristo dijo que su reino no era de este mundo y por eso sufrió el juicio más injusto de todos los tiempos y la muerte más cruel e ignominiosa.

El que quiera ser de su partido y ser bueno, no le queda otra salida que aguantar, resignarse y esperar otra vida mejor, segura y eterna.

Si analizamos la vida de este mundo y conocemos a fondo la vida de los seguidores de Satanás, comprobaremos que no son tan felices como dicen y aparentan y no merece la pena llevarse berrinches por sus malas artes y querer luchar contra ellos, sería como romperse la cabeza contra el muro de la maldad, la injusticia, la mentira y la deslealtad. Es su mundo, no el nuestro.

Muchos dicen que cuando un católico recibe una ofensa que le abofetea, debería poner la otra mejilla, como ordenó Jesucristo. Querrían que nos tragáramos las ruedas de molino sin rechistar. Por eso Jesucristo también dijo: “Tenemos que ser cándidos como palomas y astutos como serpientes”. Buenos; pero no tontos.

2 comentarios:

Luis Alberto dijo...

Como siempre, amigo Roque, Ud. hace docencia. Nosotros los lectores tenemos que aprovecharlo. ¡Qué tema! Los que tratamos de seguir a Jesús, los que tratan de seguir a Satanás-todos perfectamente identificados- y una clase aún peor que estos últimos: aquellos que nosotros no podemos reconocer a quién siguen. Lo leo con el mayor de los intereses.Tengame siempre presente.Un abrazo.

Roque Pérez dijo...

Muchas gracias, mi querido y estimado Luis Alberto, por sus certeros comentarios.

Un abrazo