martes, 17 de noviembre de 2009

DESEO MORIR PARA ESTAR CON CRISTO

Esto es lo que deseaba San Pablo que nunca tuvo el privilegio de ver y estar con Jesucristo como los demás Apóstoles; pero que cuando, camino de Damasco con sólo ir la voz de Jesucristo que le preguntaba el por qué LE perseguía, se enamoró de tal manera de Jesús, que ansiaba la muerte porque sabía que solamente así podría estar con Dios.

Pero hasta que le llegara el tan deseado momento de morir para estar con Cristo, quiso de tal modo estar con su Señor que decía: “Vivo yo; pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.” Cuando sufría, era Cristo, quien sufría y lo mismo cuando gozaba.

El que sea capaz de pensar y sentir así, se ahorrará muchas congojas y será feliz.

No nos puede extrañar que Santa Teresa también dijera “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero”, ya que ella tenía muy en cuenta en cada momento, lo que ella pensaba de que la vida en este mundo es como “Una mala noche en una mala posada.”

En este mes de Noviembre, mes de los Santos y Difuntos no vendría mal recordar estos escritos de San Pablo y Santa Teresa, para perderle un poco el miedo a la muerte y avivar la FE en que por la misericordia de Dios nos espera una VIDA FUTURA, en donde se acabarán todos los miedos, congojas, sufrimientos y, además no olvidar que si Dios permite, de vez en cuando, algún que otro sufrimiento mientras peregrinamos, es porque esta vida está compuesta de claros-oscuros, gozo-sufrimiento, hambre-hartura etc.

Cuando recobramos la salud perdida es cuando realmente la apreciamos. Para disfrutar de buena comida, hay que sentir hambre.

Lo más triste es que para que nos acordemos de Dios, tengamos que sufrir algún percance o contratiempo y no tengamos otro remedio.

Seríamos mucho más felices y nos sentiríamos seguros si al avivar nuestra fe, pensáramos, en esos momentos, que Jesús camina a nuestro lado como lo hizo con los tristes y angustiados discípulos de Emaús.

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