jueves, 19 de noviembre de 2009

EN LAS MANOS DE DIOS

Ponerse en las manos de Dios, es lo mismo que aceptar con pleno consentimiento aquello “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo”, o sea darle a Dios un cheque en blanco para que haga de nuestra vida lo que El quiera. Puede que alguien piense que es mucho dar sin nada seguro a cambio.

¿Cuántas veces nos ponemos en manos de médicos, abogados, banqueros, educadores y políticos etc.? que muchas veces, como seres imperfectos se equivocan o al tener intereses propios, nos engañan.

Dios es INFINITO ni se equivoca, ni nos engaña. Siempre quiere lo mejor para todo aquel que se pone en sus manos y jamás por interés propio.

Es muy importante que al hacerLE entrega de ese cheque en blanco, se haga sintiendo absoluta seguridad de que siempre será para nuestro bien, desechando por completo cualquier duda.

Puede que algunas veces nos lleve por caminos tortuosos e inexplicables y con cargas que nos parecen insoportables; pero no tengamos dudas de que nos dará las fuerzas para soportarlas porque sin duda serán, como si alguien muy poderoso nos ofreciera cargar con un maletín pesado; por un trayecto y por poco tiempo y lleno de oro.

Alguien desearía y pediría: “Déjamelo en casa”. Todavía estamos en el destierro, estamos peregrinando, y tenemos que colaborar y adquirir méritos.

Cuando rezamos “No nos dejes CAER en la tentación” Deberíamos pedir “LÍBRANOS de la tentación.”

Si Dios nos librara de antemano de todos los sufrimientos y adversidades, dejarían de producirse los milagros, desaparecería la Divina Providencia y por lo tanto la actuación de Dios sobre nosotros.

“Venid a mí todos los que andáis cargados con trabajos y cargas, y Jesucristo no dijo las SUPRIMIRÉ, sino y yo os ALIVIARÉ.”

Luego tendremos trabajos y cargas; pero nadie como Dios nos puede ayudar.

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