lunes, 2 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ NO SE APARECEN LOS DIFUNTOS?

"Cuenta Willian Dudley que en el fondo de un estanque vivían unas larvas. No comprendían qué pasaba después de subir por los tallos de lirios hasta la superficie del agua.

Intrigadas las larvas, se prometieron mutuamente que la siguiente a quien ordenaran que subiera a la superficie, volvería y les contaría lo sucedido, si había otra vida…

De pronto una de las larvas sintió el impulso urgente de buscar la superficie. Se subió a un lirio y experimentó una transformación dolora y a la vez gloriosa, que hizo de ella una libélula con dos pares de alas perfectas para el vuelo.

En vano trató de cumplir su promesa. Volaba una y otras vez por el estanque. Veía a sus amigas, las larvas en el fondo, sin poderlas contar su vida espléndida y maravillosa que ahora poseía.

Entonces la grácil y bella libélula con su acrobático vuelo comprendió que, aunque la vieran, jamás la podrían reconocer. Estaban en dos mundos completamente distintos".

Conclusión: De igual manera si no podemos ver nuestros seres queridos fallecidos, ni comunicarnos con ellos después de la muerte, no nos demuestra que hayan dejado de existir.

Salvaneschi, literato católico escribe: "Los muertos no están muertos. No lloremos a los que nos han dejado solos aquí abajo. Ellos nos siguen invisibles… pero presentes. Ellos nos acompañan hasta la última tarde."

Recordemos lo que le dijo Abrahán al rico Epulón, según nos cuenta el Evangelio, cuando le pidió que enviara al pobre Lázaro a la casa de su padre para que sus hermanos supieran de sus tormentos y así evitarle terminar como él.

“Tienen a Moisés y a los Profetas” No padre Abrahán; pero si un muerto se lo dijera, harían penitencia.

Si a Moisés y a los profetas no escuchan, tampoco creerían a un resucitado, respondió Abrahán.

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