miércoles, 3 de marzo de 2010

3-3-10 UN MISTERIOSO PODER INDIVIDUAL

          No tenemos ningún poder si no conseguimos asociarnos para huelgas y reclamaciones justas no atendidas cuando las hacemos individualmente.

         Los poderes políticos, judiciales, policiales, fiscales y sociales nos traen por la calle de la amargura y ante los cuales nos sentimos indefensos.

         Existen varios poderes que están en nuestras manos, como sería, cuando hay elecciones, el poder VOTAR sabiendo que es un cheque en blanco que si lo hacen efectivo en contra de nuestros deseos, no podremos ni reclamar aunque comprobemos que nos han mentido y manipulado.

        También tenemos el poder de OPINAR y no siempre, si queremos “salir en la foto.”

        Solamente existe un poder individual el de la ORACIÓN, con el que se pueden conseguir lo que se quiera; pero muy difícil de llevarlo a la práctica.

        Es relativamente fácil creer en la existencia de Dios, de Jesucristo, de la Virgen, de los Santos y del poder de la oración.

       ¿Cuántos saben o quieren poner en práctica ese PODER individual de la ORACIÓN?

        Ante cualquier adversidad nos enfadamos, nos angustiamos; pero jamás ponemos en práctica aquello de “A Dios rogando y con el mazo dando” y si lo hacemos es porque “Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”; pero muy pocas veces nos refugiamos en Dios para ponernos en sus manos paternales, aceptando humildemente SU VOLUNTAD.

         Sabemos por la historia que muchos han conseguido con este PODER hasta MILAGROS que es lo más difícil.

         Casi todos los Santos que veneramos y están en los altares es porque la Iglesia le ha reconocido algún milagro concedido por el Santo al que se lo ha pedido con confiadas oraciones.

         Recordemos por qué y cómo Jesucristo concedió algunos de los muchos milagros que hizo.

        “Saliendo de allí, Jesús, se retiró a los términos de Tiro y Sidón. Una mujer Cananea de aquellos contornos, comenzó a gritar, diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada por el demonio; pero El no le contestaba palabra.

          Los discípulos se le acercaron y le rogaron diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. El respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

          Más ella acercándose, se postró ante ÉL diciendo: ¡Señor socórreme!. Contestó Él y dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. Más ella dijo: Cierto Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.

          Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija.”

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