lunes, 31 de mayo de 2010

¿ESTUVO JESUCRISTO A LA ALTURA DE SU DIVINIDAD

Suele decirse: “Hay que estar siempre a la altura de las circunstancias.” y “Tener altura de Miras.”

El capitán de un barco que ante un naufragio, es el último que lo abandona, después de haber salvado a toda la tripulación, queda a la Altura de su Responsabilidad.

El Ministro que esté siendo criticado por todos, razonablemente, y no dimite, está a la Altura del Betún.

Un Gobierno que en lugar de gobernar, MANGONEA, está sobrepasando la ALTURA, porque se ha creído un dios.

La altura real de cualquier ser humano como imagen y semejanza de Dios, habría que verla en el momento supremo de su muerte, que es la hora de la verdad.

Si la afronta reconociendo humildemente sus pecados, errores y pidiendo perdón a Dios, siendo consciente de que tiene que rendir cuentas, ese tal está muriendo a la ALTURA de las CIRCUNSTANCIAS más importantes de toda su vida.

“Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a parte a los doce discípulos y les dijo por el camino: Mirad, subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará.”

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose para pedirle algo.

No creo que fuera el momento más adecuado para pedirle a Jesús, lo que todos sabemos que le pidió, dado el estado de angustia que tendría Jesucristo, como hombre que era.

Cualquier hombre, al sentir vergüenza ajena por lo que le estaba pidiendo en aquellos momentos, ni siquiera le hubiera escuchado; pero Jesucristo ACTUÓ a lo DIOS, diciéndole: No sabéis lo que pedís.¿Podéis beber el cáliz que yo tengo que beber? Dijéronle: Podemos. El les respondió: Beberéis mi cáliz; pero sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no me toca a mí otorgarlo; es para aquellos para quienes está dispuesto por mi Padre.”

Al ser abofeteado por un esbirro del Sumo Sacerdote, cualquier hombre le hubiese devuelto la bofetada, escupiéndole; pero estando a la ALTURA DE SU DIVINIDAD le dijo: ¿Por qué me PEGAS si he hablado bien?

Esta expresión siempre me ha parecido como la de un niño que inocente pregunta: Papá, ¿por qué me PEGAS?

Si a un poderoso de este mundo, un súbdito le traiciona tres veces, aunque le perdonara, jamás le dejaría en sus manos las riendas de la empresa.

Jesucristo dejó las riendas de su Iglesia en manos de San Pedro que le negó tres veces y sólo le preguntó tres veces si le amaba. Estuvo a la altura de su DIVINIDAD, porque sabía lo que el AMOR puede hacer.

“Padre, PERDÓNALOS porque no saben lo que hacen.”, fue lo primero que pidió Jesucristo y no para él, sino para los demás.

Esto sí que fue estar a la ALTURA de su DIVINIDAD.

También muchos Mártires también la pronunciaron en su sacrificio porque estuvieron a la ALTURA de su DIVINO MAESTRO.

5 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Cierto día le pregunté por su salud a un sacerdote convaleciente y, sabedor de mi dolencia física, me contestó: ¡Qué fácil es tratar de consolar al enfermo que visitas en su lecho de hospital, pero qué difícil resulta cuando eres tú quien cargas con la cruz!

Sin lugar a dudas, sólo los elegidos son capaces de dar testimonio en los momentos extremos, como esos casos de los mártires que Vd. menciona. Jesucristo, Dios y hombre verdadero es el ejemplo cumbre de la sintonía perfecta entre lo humano y lo divino. No hay dudas.

Roque Pérez dijo...

Muy acertado su comentario y estoy seguro que estará soportando cristianamente su física dolencia que espero que no sea gran cosa, al menos ese es mi deseo.

berta dijo...

El Señor nos guarde en su Amor y nos de su gracia para en los momentos importantes de nuestra vida cristiana estemos a la ALTURA de tan gran Señor..Bendiciones

Francisco Espada dijo...

No le preocupe mi cuerpo, D. Roque, sino mi alma. Mi dolencia son cuatro intervenciones quirúrgicas de columna y el consecuente dolor crónico, una cruz que me hace comprender la redención de Cristo, una cruz que me ayuda a estar más cerca de todos los que sufren, una cruz que el Espíritu Santo me ayuda a hacer gloriosa.

Le invito a visitar mi blog:
http://diasdeaplomo.blogspot.com/

Roque Pérez dijo...

El día que aceptemos nuestras enfermedades para completar la pasión de Cristo como decía San Pablo, seremos felices, mi estimado D. Francisco