¿Por que se apare CRISTO,precisamente en ROQUE PÉREZ, y en la pared de un BANCO?

José Roque Pérez fue un hombre bueno, ilustrísimo personaje de su época, político que murió contagiado de la fiebre amarilla en un acto de caridad.

Fue el fundador de la Logia masónica de Argentina; pero como en la cual, por entonces, se decía que “GOBERNAR ES POBLAR” y ahora, parece ser todo lo CONTRARIO.

Maurice Caillet, antiguo Masón ha escrito un libro titulado “Yo fui Masón” en el que dice lo siguiente:

“Los masones reivindican desde hace mucho tiempo y lo han obtenido en buena medida en Francia, la libertad sexual total entre adultos.

Esta valoración del placer, este hedonismo ha llevado a la masonería a preparar y a promover en Francia todas las leyes que favorecen el libertinaje sexual, el divorcio, la contraconcepción química y mecánica. El aborto, la unión civil entre personas heterosexuales u homosexuales, la despenalización de las drogas blandas, así como la legalización de la eutanasia activa.

Es todo el concepto de FAMILIA lo que está derrumbándose.”

Si damos crédito a lo que confiesa Maurice Caillet, parece que ser que ahora la masonería intenta atacar a la familia cristiana que es la que, en su mayoría, defiende a CRISTO y su IGLESIA.

Cristo, por el hecho de que José Roque Pérez, aun siendo masón defendiera que “Gobernar es poblar” ha querido agradecérselo, dejando su imagen grabada en una pared y al mismo tiempo alertarnos de que si seguimos por el actual camino, acabaremos siendo una raza en peligro de extinción.

Y ¿Por qué se ha aparecido en la pared de un BANCO y no en cualquier iglesia?

En el Banco reside el “Poderoso caballero es don dinero” que por culpa de su ambición y la nuestra, estamos sufriendo una crisis económica mundial galopante.

Cristo ha querido plantarse en la pared del BANCO para aconsejarnos, cuando entremos a por nuestro dinero, con el que podremos disfrutar de todos los placeres del cuerpo, que también ENTREMOS en la Iglesia, donde ÉL está día y noche esperándonos en la EUCARISTÍA para concedernos otros placeres invisibles e imperecederos.