lunes, 30 de agosto de 2010

¿Qué le DAMOS nosotros a la VIDA?

John Fitzgerald Kennedy comenzó su mandato diciendo, más o menos lo siguiente:

“No debemos preguntar qué nos DA América, sino que le podemos dar nosotros.”

Dios, dueño absoluto de todo y que nos ha dado la vida como un DON precioso, podría hacernos la misma pregunta: ¿Qué le damos a la vida para que nos de sus frutos, puesto que la vida nos puede devolver con creces, lo que le demos?

Como Dios no reparte la vida a boleo, sino que la concede tan individualmente, que no existe ningún ser humano con las mismas huellas digitales, concede la posibilidad de que cada uno pueda y sepa representar el papel que le ha tocado interpretar en esta gran comedia del mundo, de modo que sea el mendigo el que consiga, y no el rey, el Oscar de la Real Academia de todas las ciencias DIVINAS y humanas.

Bien es verdad que algunos nacen con estrella y otros estrellados.

Si los que nacen con ESTRELLA, sólo se dedican a ganarse estrellitas para ser respetados, admirados y servidos en este mundo y no han trabajado y luchado por conseguir brillar para iluminar y ayudar a otros necesitados y errantes, y olvidando que se la tienen que ganar como las medallas olímpicas, al final de su vida, acabará absorbido por un AGUJERO NEGRO.

El que se crea y se sienta ESTRELLADO, si es honrado, trabaja, lucha, y practica aquello de que “A Dios rogando y con el mazo dando” sin desánimo ni complejos, acabará, no como una estrella, sino como una GALAXIA.

Sería muy conveniente recordar lo que San Mateo nos cuenta en su capítulo 25 de la parábola de los talentos, en el que un señor, al salir de viaje, llamó a sus siervos y le dio a uno cinco talentos, a otro dos y a otro le uno, a cada cual según su capacidad.

A la vuelta del viaje les pidió cuentas: El de los cinco, supo negociar y ganar otros cinco, el de los dos, ganó también otros dos, les dijo: Muy bien, como habéis sido fieles en lo poco, os constituiré sobre lo mucho, entrad en el gozo de vuestro señor.

El que sólo había recibido uno le dijo al señor que como él era poderoso y no lo necesitaba, tuvo miedo y en lugar de negociar, lo enterró, ante tan cobarde comportamiento ordenó: Quitadle el talento y dárselo al que tiene diez, porque al que tiene, se le dará y al que no tiene, aun lo que tiene, se le quitará y a ese siervo inútil echadlo a las tinieblas, allí habrá llanto y crujir de dientes.

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