viernes, 6 de agosto de 2010

¿SON MALAS LAS TENTACIONES?

Casi siempre son malas y, algunas veces, buenas.

Inevitables, ineludibles, pegajosas y obsesivas, sí que lo son.

Nuestra vida es un amasijo de deseos, impulsos, incitaciones, caprichos, seducciones y unos vértigos que, a veces, nos empujan obsesivamente a lo prohibido.

Como ahora, para la mayoría, todo lo que es moralmente prohibido, está permitido, y al no sentir tentación, se entra de bruces, no sólo en desear, sino en conseguir lo que está prohibido, ignorando o no queriendo saber que saldrá perjudicado.

Para muchos jóvenes, y no tan jóvenes, enseñados y ayudados por ciertas leyes, la tentación no es ni buena ni mala, sencillamente, no existe puesto que, el DESEO se convierte en un HECHO consumado sin ningún remordimiento ni responsabilidad.

En muchos casos, cuando se tiene un capricho y se consigue rápidamente, ya no gusta tanto, por lo tanto desear algo, es tener ilusión que es lo más bonito y vivencial.

La tentación es una paradoja porque al ser un deseo de algo prohibido, que muchas veces surge sin preaviso y ni se ha buscado; y al luchar para que ese deseo no se convierta en realidad, no se puede evitar que produzca cierto placer en el subconsciente aunque sin consentimiento.

Las tentaciones no son malas intrínsecamente, porque si lo fueran, deberíamos pedir a Dios en el Padrenuestro que nos LIBRE de ellas y no pedir: No nos dejes CAER en la tentación, que es lo realmente prohibido.

También en el Padrenuestro hay una petición que casi nos pasa desapercibida cuando: decimos: "No nos dejes caer en la tentación y líbranos del MAL que suele interpretarse como del MALIGNO, o sea del demonio".

La tentación más maligna y diabólica es cuando de un modo sibilino pero imperante, nos convencemos que lo que estamos deseando no es tan malo ni tan prohibido, y caemos ciegamente sin sentir remordimiento ni propósito de enmienda.

Nadie se libra de las tentaciones, puesto que el mismo Jesucristo y todos los santos la han sufrido; pero han luchado y han vencido.

San Jerónimo sufría tales tentaciones que para luchar contra ellas y evitar que ocuparan su pensamiento e imaginación, que es donde las tentaciones anidan a sus anchas, tomó la decisión de traducir todas las Sagradas Escrituras al latín, teniendo que aprender los distinto idiomas en los que estaban escritas y así consiguió dejar escrita la VULGATA así llamada la de entonces primera Biblia en latín.

He aquí un caso clarísimo de que la tentación fue BUENA.

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