lunes, 4 de octubre de 2010

EL ESPÍRITU TAMBIÉN PUEDE MORIR DE HAMBRE

Todos sabemos que en el mundo mueren de hambre millones de seres humanos.

¿Sabemos cuántos millones se suicidan, precisamente por la INAPETENCIA de la vida?

Nadie, que yo sepa, se suicida aunque esté muerto de hambre y sin embargo, muchos que viven en la abundancia, se quitan la vida ¿POR QUÉ?

El cuerpo, aunque parezca mentira, aguanta lo que le echen.

El espíritu, más refinado e importante, al no poder soportar los ataques continuos del cuerpo, al que sólo le han enseñado a comer y beber porque mañana moriremos, se siente tan postergado y tan débil que no puede luchar contra las depresiones, las angustias, los remordimientos etc, y obnubilada la razón, el cuerpo, muerto el espíritu, se arroja al vacío.

Se hacen esfuerzos muy loables para erradicar del mundo el hambre del cuerpo. ¿Qué se hace para la del Espíritu?

En esta sociedad atea y laicista en la que por principios ideológicos se niega la existencia del Espíritu, se fomenta de tal modo la buena vida, que el hombre tan proclive al desenfreno en todo lo que sea placer, se mete de bruces en el libertinaje, en el sexo descontrolado, en la droga y al sentirse encadenados y no sabiendo cómo romper las cadenas, creen que quitándose la vida, se verán libres, ignorando que lo que le espera es la CADENA PERPETUA.

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