miércoles, 18 de mayo de 2011

DE UNA SOCIEDAD CORROMPIDA,¿puede salir algo bueno?

En el Decamerón de Boccaccio se cuenta lo siguiente:

El caballero Giannotto Civigni intenta convencer a su amigo judío Abrahan de las virtudes cristianas para que abandone su religión judía y se bautice. Abrahan aduce que para conocer realmente la religión de su amigo necesitaría ir a Roma, donde se encuentra la cabeza de la Iglesia, el Vicario de Cristo y los Cardenales.

Si sus maneras y costumbres me convencen – le dice Abrahan – y entre eso y sus explicaciones puedo comprender que vuestra fe es mejor que la mía, según has intentado demostrarme, me bautizaré. Si ocurre lo contrario, seguiré judío, como hasta ahora.

Giannotto se siente perdido porque él mejor que nadie sabe que las costumbres que rigen en lo más alto de la Iglesia no son ni mucho menos ejemplares. Concupiscencia, lujuria, nepotismo, ostentación de riquezas no siempre adquiridas lícitamente, son algunos de los vicios que corroen al clero católico en todas partes, pero con especial virulencia en Roma, transformada en escaparate de todo lo que no debía ser la Iglesia de Cristo.

Así pues, el ingenuo Giannotto intenta disuadir al judío de su proyectado viaje, pero este se reafirma en su postura y marcha a la ciudad de los Papas, dejándole profundamente acongojado.

A su regreso, el judío le deja estupefacto al decirle que está dispuesto a recibir cuanto antes el bautismo católico.

Como Giannotto no puede comprender ese cambio, sospecha que el judío se ha trastornado y le pide una explicación.

Abrahan le refiere entonces lo que ha visto en Roma, la terrible corrupción de la Iglesia en sus miembros más destacados: más si a pesar de todo ello esa Iglesia sigue viva y hasta creciendo, no le puede caber duda de que el Espíritu Santo está sobre ella de una manera privilegiada, por lo que comprende que se trata de la única verdadera religión y nada podrá apartarle de su decisión de abrazarla. Esto era en el siglo XIV.

En la madrugada del 13 al 14 de Mayo de 1.904 en el Nuevo Café que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán, Pio Baroja, hablando de los españoles dijo:

“La verdad es que en España hay siete clases de españoles. Sí, como los siete pecados capitales. A saber:

1) Los que no saben.
2) Los que no quieren saber.
3) Los que odian saber.
4) Los que sufren por no saber.
5) Los que aparentan que saben.
6) Los que triunfan sin saber.
7) Los que viven gracias a que los demás no saben.

Y todavía añadió Baroja en medio de los aplausos de Unamuno, Galdós, Azorín, Zuloaga, Solana, Rusiñol y otros más:

“Estos últimos, los que viven gracias a que los demás no saben, se llaman a si mismo políticos y, a veces, hasta intelectuales.”

Si hoy ante un gobierno que ha tocado fondo en casi todo y no ha sabido, podido o querido sacarnos a flote, muchos puede que digan lo de aquel sevillano: “Yo del Betis, man que pierda” porque el que pierde es el Betis y muchos compañeros; pero yo NO.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Holla su espacio online es muy hermoso,esto es la tercera vez que hay visitado su website, bon trabajo!
hasta

Francisco Espada dijo...

No es fácil decidir a quién darle el voto. Aunque hay corrupción en todos los partidos, PP y PSOE acaparan la mayoría de los casos. Es obvio castigar a quien gobierna y no lo hace bien, ¿pero qué hacemos con un partido que se tapa la nariz y mira para otro lado cuando le hablan de los corruptos de sus listas?

Roque Pérez dijo...

La corrupción ideológica, el no saber ni poder crear riqueza; pero sí repartirla, es lo peor que nos puede suceder, Estimado D. Francisco