sábado, 28 de enero de 2012

La FE y el AMOR deben ser CIEGOS

El flechazo de Cupido tiene que penetrar el corazón con más pasión que cálculos y por lo tanto CIEGO; pero no porque no vea, sino porque no quiera ver las dificultades y defectos propios y ajenos.

Si ese amor CIEGO por la pasión está regido por los principios, según San Pablo (1 Cor.13)

El AMOR, es longánime (Generoso).
Es Benigno.
No es envidioso.
No es jactancioso.
No se hincha.
No es descortés.
No busca lo suyo.
No se irrita.
No piensa mal.
No se alegra de la injusticia.
Se complace en la verdad.
Todo lo excusa.
Todo lo cree.
Todo lo espera.
TODO LO TOLERA.

Creara una energía interior tan arrolladora que pasará por encima de todos los obstáculos y adversidades.

Una FE fundamentada en los Evangelios, en lo que nos enseña la Iglesia fundada por Jesucristo y en las propias vivencias, será una antorcha encendida en la oscuridad de tantas dudas, ataques de ateos, agnósticos, laicistas y anticlericales y sobre todo deberá tener los ojos bien CERRADOS para no querer VER y COMPRENDER los muchos acontecimientos mundiales, nacionales y particulares que nos azoten en los que parece que Dios está ausente.

¿Quiénes somos nosotros para juzgar y COMPRENDER lo que nos sobrepasa y desborda?

La existencia de Dios no depende de que se la otorguemos o se la neguemos. Es demasiado grande para que lo podamos manipular.

Así como la PANTALLA de un cine DESAPARECE en cuanto empieza la película, en nuestra vida puede que Dios DESAPAREZCA por completo en cuanto la vayamos proyectando.

Para que ese AMOR CIEGO no se diluya en el camino y llegue a puerto seguro necesitara cumplir todos los consejos de San Pablo.

Pues la FE CIEGA tiene que estar afianzada en las siguientes REALIDADES HISTÓRICAS:

Que DIOS SE HIZO HOMBRE
Que MURIÓ CRUCIFICADO
Que RESUCITÓ
Que vive entre nosotros en la EUCARISTÍA

No hay comentarios: