domingo, 22 de enero de 2012

¿Por qué las MERETRICES y PUBLICANOS nos precederán?

Aunque no parece muy ortodoxo esto que dijo Jesucristo, leamos los siguientes pasajes Evangélicos. (Lu.21,28)

“¿Qué os parece? Dijo Jesucristo:

“Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al mayor, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. El respondió: no quiero; pero después se ARREPINTIÓ y fue.

Y llegándose al segundo, le habló del mismo modo, y él respondió: Voy señor; pero no fue.

¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?

Respondiéronle: El primero; Díceles Jesús:

En verdad os digo que los PUBLICANOS y las MERETRICES os preceden en el reino de los Cielos.

Porque vino Juan a vosotros por el camino de la justicia, y no habéis creído en él, mientras que los publicanos y las meretrices creyeron en él.

Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis al fin arrepentido, creyendo en él.”

Conviene recordar los siguientes pasajes del Evangelio para que veamos el comportamiento de algunas de estas mujeres.

Cuando Jesús no CONDENA a la mujer ADULTERA y le dice: Vete y no PEQUES más.”

Esa mujer se alejaría mirando hacia atrás dejando su CORAZÓN a los pies de Jesucristo quedando más cerca de la salvación que todos los que la quisieron apedrear.

San Lucas cuenta lo siguiente: Lu.7,36

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él, y entrando en su casa, se puso a la mesa. Y he aquí que llegó una mujer PECADORA que había en la ciudad, la cual, sabiendo que estaba a la mesa en casa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento se puso detrás de ÉL, junto a sus pies, llorando, y comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento.

Viendo lo cual, el fariseo que le había invitado dijo para sí: Si éste fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, porque es una PECADORA.

Tomando Jesús la palabra, le dijo: Simón, tengo una cosa que decirte. El dijo: Maestro, habla.

Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios; el otro cincuenta. No teniendo con qué pagar, se lo condonó a ambos.

¿Quién pues le AMARÁ más? Respondiendo Simón, dijo: Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole: Bien has respondido.

Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua a los pies; más ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el ósculo; pero ella, desde que entró no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con óleo y esta ha ungido mis pies con ungüento.

Por lo cual te digo que le son PERDONADOS sus muchos pecados porque AMÓ MUCHO.

Y a ella le dijo: Tus PECADOS te son PERDONADOS.”

Queda bien claro que sólo el ARREPENTIMIENTO sincero, puesto que todos somos pecadores y el AMOR a Jesucristo nos abrirán las puertas del Reino de los Cielos.

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