Siendo Abram de noventa y nueve años, se le apareció Yavé y
le dijo: “Yo soy El-Saddai; “ANDA en mi presencia y SÉ perfecto”.
Yo me atrevería a interpretar este mandato de Dios, no en el SÉ perfecto, sino en el SERÁS
perfecto.
No es normal que Dios pida al mismo tiempo dos imperativos
como sería: ANDA y SÉ.
Sería más lógico: Si ANDAS en mi presencia, SERAS perfecto.
Por aquello de: “Dime con
quién andas y te diré quién eres”.
Porque si efectivamente se camina en la PRESENCIA de Dios, o sea
en su compañía se podrá conseguir
PERFECCIÓN, que en este mundo sería la felicidad y luego la santidad.
Ningún artista le diría a su discípulo: “CAMINA en mi
compañía y encima SE perfecto”, sino que le diría “si caminas a mi lado,
aprenderás mucho y PODRÁS a llegar a ser un buen artista”.
Si se quiere vivir un tanto protegido, seguro y feliz en
este mundo y conseguir la salvación eterna, no queda más remedio que CAMINAR,
desbrozando muchos zarzales; pero con la ayuda de Dios, sería como VOLAR a ras de tierra que facilitaría
bastante nuestro caminar.
¿Se puede tener un COMPAÑERO de camino más PODEROSO?
¿Cómo se podría VOLAR a esa media altura si Dios está allá
arriba y nosotros aquí abajo?
El AMOR, que nace del PENSAMIENTO, del corazón y que lo puede todo, lo mismo se
embarra en el fango que se ELEVA a lo más ALTO.
La
Vizcondesa de Jorbalán, hoy Santa María Micaela del Santísimo
Sacramento, hermana del Conde de la
Vega y del Pozo, embajador en Paris, tuvo que acompañar a su
hermano, y asistir al teatro, a reuniones de alta sociedad y para no
desentonar, llevaba trajes elegantes, collares y pulseras.
En medio de este mundanal ruido, no perdía la presencia de
Dios:
Dejó escrito: “Salía del teatro y salones sin haber PERDIDO
un solo instante la PRESENCIA DIVINA”.
“Ofrecí a Jesús enviarle cada día muchos PENSAMIENTOS a todos los Sagrarios del
mundo para que tenga amor y mi corazón por compañía”.