Porque algunos que se precian de sabios o intelectuales, no
sabiendo o queriendo reconocer que si son inteligentes es porque Dios le ha
dotado gratuitamente ese don, creen o quieren creer que con las ciencias que
ellos dominan podrán llegar a descubrir los MISTERIOS de Dios y al no
conseguirlo, en lugar de reconocer su impotencia, se declaran Ateos o
Agnósticos.
En estos casos la verdadera INTELIGENCIA brilla por su
ausencia porque deberían comprender que Dios es demasiado GRANDE e INABARCABLE
como para que las CIENCIAS de este mundo, que, al fin, son CRIATURAS suyas, nos pudieran DESVELAR todos los MISTERIOS.
No
puede depender la
EXISTENCIA de Dios de
lo que sus CIENCIAS puedan decir de ÉL.
Por eso se los REVELA a los pequeños que humildes y nada pretenciosos aceptan todas
esas REVELACIONES con todas sus
consecuencias que son las más difícil de cumplir.
Dios les da a los
SABIOS el DON de la
INTELIGENCIA, para que con honradez y sin prejuicios interesados, busquen la VERDAD.
A los HUMILDES, sencillos, honrados, agradecidos,
cumplidores y que en nada se estiman, les da el DON preciosísimo de la FE.
Bien claro así lo manifestó Jesucristo:
“Por aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo
Padre, Señor del cielo y de la tierra porque ocultaste estas cosas a los SABIOS
y discretos y las revelaste a los pequeñuelos.
Sí, Padre, porque así te plugo. Todo me ha sido entregado
por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre,
sino el hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo”.
San Pablo en su carta 1ª a los Corintios capítulo 1 dijo:
“La doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se
pierden; pero es poder de Dios para los que se salvan.”
Según está escrito: “Perderé la sabiduría de los sabios.
Y anularé la inteligencia de los prudentes.”
“¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el
disputador de este mundo? ¿No ha hecho Dios necia la sabiduría del mundo?
Pues por cuanto no conoció en la sabiduría de Dios el mundo
a Dios por la humana sabiduría, plugo a Dios salvar a los creyentes por la
locura de la predicación.
Porque
los judíos piden señales. Los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo
crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas poder y
sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos.
Porque
la locura de Dios es más sabia que los hombres, y la flaqueza de Dios, más
poderosa que los hombres.
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