En este libro publicado hace años se
cuenta que una treintena de monjes renunciando a muchas cosas, recluidos
voluntariamente de por vida en el Monasterio Benedictino de Santo Domingo de
Silos han encontrado el tesoro escondido del Evangelio porque viviendo su fe a
tope, habiendo sabido rodearse de compañeros leales y solidarios, están
conviviendo íntimamente con Jesucristo y pueden decir como San Pablo: “Vivo yo,
ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí” y aquello otro de Santa Teresa y San
Juan de la Cruz
“ Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero”.
El que aun viviendo fuera del monasterio, tenga los
mismos sentimientos, sepa que ha encontrado también el tesoro escondido.
Por lo tanto el
que lo quiera encontrar, tendrá que fabricarse su propio monasterio de cristal
para poder ver e imitar todo lo bueno de fuera y evitar que lo mucho de malo
que existe le contamine.
Leamos las reflexiones que un monje
Cartujo:
¿ Soy
feliz…? Y eso… ¿ Qué es?
Yo no disfruto de la vida, pero…¿ Es
que la vida tiene mayor disfrute que saberla disfrutar sencillamente?
El ser monje está anticuado. ¿En la
forma…? Posiblemente. En el fondo… mientras la tierra dependa del Cielo, lo mío
es de plena vigencia.
Es que la tierra ha llegado a su
plenitud y no necesita del Cielo…Cuanta más plenitud, más dependencia de Dios
si no queremos que nos destruya una colectiva soberbia.
¡Mi vida es estéril!. ¿Existe esterilidad más criminal
que engendrar por pasión frutos de muerte y fertilidad más sublime que pudrirse
como semilla ignorada en la tierra?
En mi vida no hay lucha ni competitividad… Luchar día
y noche para ser un ángel en la tierra. ¿Acaso es fácil competencia?
¿No es demasiada mi soledad? El hombre nunca está
mejor acompañado que cuando sabe estar sólo
con Dios.
¿Que soy un santo o un héroe? Tampoco es para tanto, sencillamente soy un aventurero de
Dios que ando buscando el tesoro escondido, que está al alcance de todos.
¿Qué vivo ansiando la muerte?; pero no para bajar de
esta cruz, sino para que me desclave las manos y abrazar a mi Dios.
SÓLO UN PROBLEMA TENGO, Señor, pero su
solución no depende de TI, aun siendo Dios como eres, también los demás su
buena parte tienen. Por eso aquí me tienes quemando mi vida y dándoTE lo que
los demás TE quitan.
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