DIGNIDAD
es según lo define la RAE
“Gravedad y DECORO de las personas en la manera de COMPORTARSE”.
No sólo el MORIBUNDO
debería comportarse con gravedad y
decoro en un momento tan crucial e ineludible, sino también todos los que le
RODEAN.
El que tenga la
CERTEZA de que no EXISTE Dios ni el MÁS ALLÁ, que “con la muerte se acaban todos los problemas”
y que es el FINAL de TODO, podrá morir
como le plazca. ¡¡Allá él!!
Cuando
un CATÓLICO en fase terminal sólo se preocupa en prolongar su vida a cualquier
precio, olvidando por completo prepararse para el ineludible CAMINO sin RETORNO se está comportando como si fuera un ATEO.
Pero lo más triste es que a ninguno de los que le rodean se
le ocurre ni se atreve a recordarle que, habiendo hecho todo lo posible por
hacerle la muerte más digna y menos dolorosa, le ha llegado el momento de la VERDAD y que tendrá que
prepararse para saber poner PUNTO FINAL con Dignidad, Decoro y de acuerdo con
sus CREENCIAS.
Todos creen que recordarle al CREYENTE moribundo la
necesidad de prepararse para empezar una NUEVA VIDA infinitamente MEJOR que la que deja, sería perjudicial llamar a
un Sacerdote porque le angustiaría por miedo a lo IRREVERSIBLE y DESCONOCIDO.
¿Cómo
juzgaríamos a un alpinista y a su acompañante que ante la necesidad ILELUDIBLE
de descender por laderas muy difíciles y peligrosas, no se dejara aconsejar el alpinista y el
acompañante, conociendo los tramos peligrosos, no se los dijera para no
asustarlo?
Pues lo mismo habría que juzgar al MORIBUNDO y a sus
acompañantes que guardan silencio y a nadie se le ocurre, al menos, contarle,
así como de pasada, la historia de San Dimas, el Buen Ladrón, que al reconocer
sus pecados aceptaba su condena, le pidió a JESUCRISTO:
“Señor, ACUÉRDATE de mi cuando llegues a tu REINO”.
“HOY
MISMO ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”.
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