lunes, 15 de octubre de 2012

¿SE DEJAN VER LOS DEMONIOS? 2012


          Voy a relatar una VISIÓN que contó, en el capítulo XXXVIII de su autobiografía, Santa  Teresa de Ávila, cuya festividad celebramos hoy.


         “Otra vez me acaeció así otra cosa que me espantó mucho.

Estaba en una parte adonde se  murió cierta persona que había vivido harto mal, según supe, y muchos años. Mas había dos años que tenía enfermedad y en algunas cosas, parece que estaba con enmienda.

 Murió sin confesión, mas con todo esto no me parecía a mí que se había de condenar.

 Estando amortajando el cuerpo, vi  muchos demonios tomar aquel cuerpo, y parecía que jugaban con él y hacían justicia con él, que a mí me la puso gran pavor, que grandes garfios le traían de uno en otro.

Como le vi llevar a enterrar con la honra y ceremonia que a todos, yo estaba pensando la bondad de Dios, cómo no quería fuese  difamada  aquel  alma, sino que fuese encubierto ser su enemiga.”

“Estaba yo medio boba de lo que había visto. En todo el oficio no vi
más demonios; después, cuando echaron el cuerpo en la sepultura, era la multitud que estaban dentro para tomarle, que yo estaba fuera de mí de verlo, y no era menester poco ánimo para disimularlo.

Consideraba qué harían con aquel alma, cuando así se enseñoreaban del triste cuerpo.

Pluguiera el Señor que esto que yo vi, cosa tan espantosa, vieran todos los que están en mal estado, que me parece fuera gran cosa para hacerlos vivir  bien.

 Todo esto me hace más conocer lo que debo a Dios y de lo que me ha librado.”

Opino que esta VISIÓN debería ser CREÍDA, puesto que Santa Teresa fue nombrada Doctora de la Iglesia. 

La muerte para los ateos o no creyentes, es el final de la vida, sin más, después no hay nada.
 
Para el creyente, la muerte es el comienzo de otra vida infinitamente mejor. No obstante, la muerte es una meta a la que deberíamos llegar en plenas facultades, no físicas, sino espirituales.

Si alcanzamos la vejez, posiblemente lleguemos hechos unos guiñapos; pero nunca, vacíos de espiritualidad.

         Mientra nos llega ese final, si queremos vivir sin temores y un tanto tranquilos, deberíamos, intentar, al menos, ser capaces de mirar la muerte; pero de cara y tenerla aceptada, con la seguridad de que como obedece órdenes de Dios Nuestro Padre, nos dará la gracia para recibirla.

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