martes, 14 de enero de 2014

¿JESUCRISTO SE PODRÍA HABER SENTIDO CULPABLE DE SER COMO SOMOS?



          En este mundo, los hijos son los que piden y consiguen de los padres toda clase de caprichos.

         Un buen padre debe saber y concederlos con sus normas para bien del niño y así ir educándolos.

El padre manirroto, despreocupado y que para que le dejen tranquilo, concede todos los caprichos, sin más control que pensar que su hijo es muy bueno y si encima les ríe las gracias habiendo hecho alguna fechoría en perjuicio de otro niño, se expone a que algún día, si ese hijo acaba drogadicto o en la cárcel, diga que la culpa de todo sus males la tiene su padre por haberle consentido tanto.

Recuerdo que mi madre me contaba de pequeño que un bandolero famoso de Sierra Morena, no recuerdo su nombre, culpó a su madre el que estuviera en la horca, porque cuando hizo el primer robo, le rió la gracia y no se lo reprochó.

         Haciendo un poco de Teología-Ficción, podríamos pensar que Jesucristo, como Dios, por ser la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, intervendría pidiendo, como Hijo del Padre, cuando Dios dijo: HAGAMOS al hombre a nuestra Imagen y Semejanza, que se nos concedieran toda clase de caprichos a nosotros que íbamos a ser también Hijos de Dios, en la creencia y confiando en que no deformaríamos su imagen.

         Como la culpa, de que esa imagen primigenia esté tan deteriorada, la tiene el mal uso que hacemos de los caprichos que Dios Padre nos concedió a petición del Hijo del Padre, podríamos pensar que Jesucristo, al sentirse culpable haya querido enseñarnos con su ejemplo y ayudarnos con su  predicación a mejorar esa imagen y semejanza de Dios.

         De este modo La Santísima Trinidad ha conseguido la OBRA más DIFÍCIL y COMPLEJA de toda su  creación.

Dios con toda su GRANDEZA y CARIÑO nos ha concedido TODOS LOS CAPRICHOS para comprobar QUIENES le quieren de verdad no pasando las líneas rojas con tal de AGRADARLE.

         DIOS queda en su sitio de PODEROSO PADRE complaciente

         NOSOTROS deberíamos quedar de buenos hijos siempre que hayamos disfrutado sin pasar esas líneas tan apetitosas.

         Los que las haya traspasado, que no echen la culpa a nadie si están sufriendo sus consecuencias.     
        



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