sábado, 31 de mayo de 2014

¿MERECE LA PENA SER HOY DISCÌPULO DE JESUCRISTO?



           Leamos los que San Juan dejó escrito en su capítulo 15:
     
          “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mi no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mi y yo en vosotros
         Como el sarmiento no puede dar fruto de sí mismo si no permaneciere en la vid, tampoco vosotros si no permaneciereis en mí
         Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos.
         El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque SIN MI NO PODÉIS HACER NADA.
         El que no permanece en mí es echado fuera, como el sarmiento, y se seca y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan.
         Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que quisiereis, y se os dará.
         En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos.
Este es mi precepto que os améis unos a otros como yo os he amado.
         Nadie tiene amor mayor que este de dar uno  su vida por los amigos”

         Muchos, por desgracia dirán que no merece la pena SER y sobre todo DEMOSTRAR  ser discípulo de Jesucristo, si para ello habría que dar fruto, o sea ser honrado, sacrificado, leal, o sea buena persona y  amarnos unos a otros como Jesucristo nos amó y soportar el odio y hasta la persecución  por ser discípulos de Jesucristo 

         Voy a transcribir una carta de San Ignacio de Antioquia, que fue discípulo de San Juan Evangelista, cuando iba camino de Roma para ser devorado por las fieras.

         “Dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios.
         Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras para llegar a ser pan limpio de Cristo.
         Rogad por mí a Cristo, para que, por medio de esos instrumentos, llegue a ser una víctima para Dios.
         De nada me servirían los placeres terrenales ni los reinos de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que reinar en los de este mundo.
         No queráis a un mismo tiempo tener a Jesucristo en la boca y los deseos  mundanos  en el corazón.
         Os escribo en vida; pero deseando morir. Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en mí interior la voz de una agua viva que me habla y me dice: “Ven al Padre”
         Lo que deseo es el pan de Dios, que es la CARNE de Jesucristo y la bebida de su SANGRE, que es la caridad incorruptible”

         Aunque no podamos ni seamos capaces de “De ser trigo de Dios y ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo”
         No deberíamos temer ni avergonzarnos de ser discípulos de Cristo y soportar con valentía los huracanes de ateísmo y anticlericalismo, sintiéndonos orgullos de ser discípulos, no de un hombre poderoso, sino del DIOS en PERSONA,

         Todo CREYENTE debería, al menos, PENSAR que MERECERÍA LA PENA ser discípulo de JESUCRISTO.

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