Comprender, lo que se dice comprender que Jesucristo, esté
presente y permanezca oculto día y noche, en la Eucaristía está muy por
encima de nuestras entendederas.
¿Comprendemos, creemos y aceptamos tomar cualquier
pastillita recetada por un médico sin dudar de que nos hará su efecto?
¿Comprendemos
que una fuente esté manando continuamente, sin que nadie beba su agua?
Y
sin embargo, no queremos comprender ni creer que Jesucristo, precisamente por
ser Dios y Dios lo puede todo, esté presente y oculto en un pedacito de pan.
Si
tomamos las pastillas porque nos lo ha recetado un médico.
Jesucristo
bien claro nos lo recetó cuando dijo:
El
que COME mi CARNE y BEBE mi SANGRE, mora
en MÍ y yo en él.
¿Creemos
en los médicos y no vamos a creer en Jesucristo que es Dios?
¿Se
nos puede recetar un medicamento, más barato, más fácil de conseguir, más
eficaz para nuestra vida espiritual y también corporal, que no tiene fecha de caducidad
y con efectos secundarios muy provechosos para sobrellevar mejor nuestra
ajetreada y complicada vida?
¿Qué trabajo nos costaría el recordar de vez en cuando, durante el día,
que Dios ha estado dentro de nosotros y que todavía está a nuestro lado siempre
que así lo PENSEMOS?
Si
Santa Teresa decía que Dios andaba entre pucheros, era porque PENSABAN que
Jesús estaba a su lado mientras cocinaban o hacían otras tareas
En la película “El Gran Silencio” dedicada a la vida de los Cartujos, me impresionó ver el rostro de un monje que cortaba y alisaba una pieza de tela, debería ser el sastre de la comunidad, con tal delicadeza y PENSANDO tanto en Dios que me contagió.
En la película “El Gran Silencio” dedicada a la vida de los Cartujos, me impresionó ver el rostro de un monje que cortaba y alisaba una pieza de tela, debería ser el sastre de la comunidad, con tal delicadeza y PENSANDO tanto en Dios que me contagió.
Confieso que los momentos más
felices del día y me siento más seguro son cuando PIENSO que Jesucristo está a mi lado.
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