El
que mucho habla, mucho yerra, y si no sabe, ni quiere, ni puede hacer algo que
merezca la pena, se va de la lengua prometiendo el oro y el moro, engañando y
procurando salir en todas las fotos para conseguir protagonismo, olvidándose
que por la boca muere el pez.
Muchos
hombres y mujeres eminentes se han ido de este mundo, casi desconocidos, porque
sólo se han ocupado de HACER algo grande, sin importarle la fama; pero
después, como la vida, aunque parezca
mentira, es justa, no ha tenido más remedio que concederles la merecida
categoría.
Dios,
OMNIPOTENTE y CREADOR de todo, apenas HABLÓ durante la larga historia de la
humanidad, porque lo que le complace es CREAR sin protagonismo y con pocas PALABRAS
y que sólo las oyeron Noé, Abram,
Moisés, algunos Profetas y varios discípulos de Jesús.
Lo
importante en este mundo es HACER y no HABLAR Por las obras los conoceréis.
San
José, PADRE adoptivo de Jesús, cuya PATERNIDAD la recibió por expresa delegación
de DIOS, se fue de este mundo sin pronunciar una sola palabra.
Cuando
el Ángel le reveló que su prometida, la Virgen
María estaba en cinta y que todo había sido obra del Espíritu
Santo, CREYÓ sin dudarlo y no RECHISTÓ. El misterio anidó en un corazón noble.
San
José acatando las leyes civiles, como
uno de tantos, se vio obligado por las circunstancias adversas a que Jesús
tuviera que nacer en un pesebre, sin que dijera ni una palabra por su mala
suerte,
Al
contarle los pastores a María y José, todo lo que los ángeles le habían dicho
del Niño Jesús, dice el Evangelio que María, guardaba todo esto y lo meditaba
en su corazón. ¿Es que José no las meditaba también?
Al
ser presentado el Niño en el templo de Jerusalén apareció un tal Simeón que al ver
a sus PADRES, le dijo a María su madre: “Puesto está para caída y levantamiento
de muchos en Israel y para signo de contradicción y una espada atravesará tu
alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. A José ¿Qué?
Cuando
al tercer día encontraron al Niño en el templo de Jerusalén en medio de los
doctores, oyéndolos y preguntándolos, quedaron sorprendidos y le dijo su madre:
no su PADRE “Hijo ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo,
apenados andábamos buscándote. San José ni se atrevió a
intervenir.
Cono San José vivió la FE metido en una continua noche oscura del alma, sin preguntar ni pedir explicaciones y siempre obedeciendo órdenes de un Ángel y no de Dios fue constituido en la tierra, Padre del Hijo de Dios.
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