miércoles, 26 de agosto de 2015

¿A QUIÉN O QUÉ DEBERÍAMOS BUSCAR, YA?

          
Si hacemos un recorrido por nuestra corta o larga vida, comprobaremos que en cuanto empezamos a tener uso de razón

Andamos buscando juguetes, caprichos, amiguitos, amar y ser amados.

 Más tarde, buscamos dinero, diversiones, un buen empleo, la media naranja, crear la familia, hijos y nietos

 Y en el atardecer de la vida, es la muerte la que nos  busca, con lo que para muchos sería el final de la búsqueda y para Dios perder toda la esperanza de ser encontrado.

Dios no debería ni puede dejarse ENCONTRAR por aquellos que jamás LO han buscado, odiado o negado.

Dios no se impone. Somos libres.

Veamos cómo San Agustín, aunque tarde, encontró a Dios 

Nos Hiciste, Señor para Tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti

¡Tarde te amé.
oh hermosura tan antigua y siempre nueva,
tarde te amé!

Tú estabas dentro de mí,
y yo estaba fuera,
y allí te buscaba.
Y deforme como era,
me lanzaba sobre el bien y la belleza
creados por Tí

Tú estaba conmigo
más yo no estaba contigo:
me retenía lejos de TÏ
aquellas cosas que si en TI no fueran
no serían.

Me llamaste, me gritaste,
y rompiste mi sordera.
Mostraste tu resplandor
y abriste mi ceguera.

Exalaste tu perfume, y respiré,
y suspiro por Ti.
Gusté de Ti
y siento hambre y sed.

Me tocaste,
y me abraso en tú paz.

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