miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿CÓMO CONSEGUIR UN GRANO DE AMOR A DIOS?

              
           Con la llegada de la tarde otoñal, un día más que ha muerto y al monje le queda un peldaño menos para la Eternidad y en espera de tan ansiado momento, ve cómo se marcha cansado el día por el horizonte a través de su ventana.

          Sale de la celda para dar un paseo por las alamedas del río que cruzan el monasterio. Un libro lleva debajo del brazo y la soledad de la mano; pero que tan poca resistencia le hace andar, que ni se da cuenta que no tiene con quien hablar. Abre el libro con devoción, no es un libro de rezos, es la misma palabra de Dios. Se sienta, pero no lee. El silencio tranquilo de la tarde se hace voz cariñosa de Dios

                   Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida
                   Quien me ve a mí, ve al Padre
                  Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
                   Venid a mí todos los que andáis angustiados con trabajos y cargas y yo os aliviaré
                   Yo soy el pan y la vid
                   Yo soy la luz del mundo
                   Yo soy la resurrección y la vida
                   Mi Padre y yo somos uno
                   Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él
                   Dad y se os dará
                   Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás, se os dará por añadidura
                   ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?

         El alma le revienta las entrañas y tan hondo ha entrado la voz de Dios, que tiene que sentarse y darse cuenta que aún está en la tierra. Mete la mano en el agua del río para refrescar su frente. Sentado y refrescado, se queda absorto en la corriente. Agua y Pensamiento se dan la mano, y así parejas corren río abajo, una hacia el mar, la otra hacia la eternidad sin que las detenga ni los obstáculos ni lo temporal: Tan fuerte es la atracción de la naturaleza y de Dios, cuando voluntariamente no se opone resistencia.

         Dios se sienta al lado del monje y se olvida de todas maravilla que ha creado, al fin de cuentas, todas han salido de sus manos; pero el amor que LE tiene el monje es de su propia cosecha, ni siquiera ÉL lo ha sembrado, aunque bien es verdad, que si la tierra no hubiera sido regada con SU sangre, ninguna cosecha podría germinar.¡Misterios de tal sementera!; pero que a Dios se le esponja el corazón, cuando uno de sus hijos LE devuelve lo que un día ÉL le diera sin exigirle la devolución. Al monje también le tiembla el corazón al sentir a Dios tan cerca y saber que acepta de tan buen grado su poquito de sincero amor, más a Dios le parece mucho porque sabe que el hombre para CONSEGUIR UN GRANO DE AMOR, TIENE QUE CRIBAR MUCHA TIERRA

         Regresa el monje   de la ribera del río a la celda del monasterio, seguido por el susurro del aire que acaricia los cipreses del camino. Vuelve pensativo, compadeciendo a los que viven fuera del monasterio. No quiere que todos vivan dentro.Quien no sepa encontrar en medio del mundo una celda en su propio monasterio, habrá pasado por esta vida como la paja del heno sabiendo que los del mundo, en lugar de vivir su propia vida, viven novelada, real o filmada la vida de los ajenos. A muchos  le gustan los sortilegios y lo misterioso. Muy pocos se adentran en el AMOR INFINITO del UNO en esencia y TRINO en persona. Piensan que Dios está muy lejos, ignorando que LO tienen a tiro de PENSAMIENTO. El camino no puede ser más corto, lo hacen tan largo porque no saben hacer un alto en el camino.

         Angustiada vitalmente está la tierra porque no hay quien levante su corazón de ella. Sangran los corazones, porque en lugar de volar, andan arrastrando sus temores. El  corazón del monje se entristece de tal forma que en lugar de lágrimas, sangre le brota con la que regar el mundo quisiera, sembrando espiritualidad para ver si sus hermanos recogen un poco de felicidad

         Entra por el portón del monasterio en busca de su celda, donde le espera el sueño-ensueño que todos deseamos, sin darnos cuenta que puede ser antesala del Cielo o del Infierno. El monje se rebela ante este último pensamiento. Pide a Dios que desaparezca el Infierno; pero que los hombres sepan responder en este mundo a ese misterioso PRIVILEGIO.

No hay comentarios: