domingo, 6 de diciembre de 2015

NO PERDER DE VISTA A DIOS, NI A LOS QUE PROPONEN CAMBIOS


         Si Dios nos tiene contados hasta los pelos de nuestra cabeza y por lo tanto no nos pierde de vista, sería, como menos, una descortesía no levantar los nuestros para fijarlos en los suyos, que con tanto amor nos mira y espera, como buen padre a que, al menos, LE echemos una mirada ya que no somos capaces de COBIJARLO en nuestra casa, sabiendo que viviremos ETERNAMENTE en su casa, si lo merecemos.

Dado los tiempos que corren de agnosticismo, ateísmo,  anticlericalismo y populismo en los que no levantamos los ojos hacia arriba, sino que estamos cayendo en la ceguera de no ver o no querer ver que el CAMBIO que algunos proponen, no es otra cosa que quítate tú para que me ponga yo, o como máximo, cambiar los nombres, quitar símbolos, abrir antiguas cicatrices, y sobre todo BORRAR hasta el nombre de DIOS.

Así como se dice: En el Pecado lleva la Penitencia, no tendremos ningún derecho a quejarnos si después de las elecciones nos gobiernen todos aquellos que nos hayan propuesto todos estos cambios aceptados por muchos desilusionados en los que ha podido más lo visceral o querencias sin que hayan tenido ni un minuto de análisis o razonamiento y sí mucho de aventura o haberse dejado manipular.

Los auténticos cambios de progreso verdadero, permanente y duradero no se hacen de la noche a la mañana, como fueron pasar del paganismo al cristianismo, de la barbarie a la civilización, de la España musulmana a la cristiana, y sin embargo, los cambios que han producido las grandes guerras han dejado, en poco tiempo, sembrado el planeta de millones y millones de cadáveres y ruinas.

Querer CAMBIAR este mundo empezando por eliminar a Dios, sería como el querer construir un rascacielos sin CIMIENTOS,

Únicamente CAMBIAN a mejor los pueblos, cuando los ciudadanos empiezan a ser más honrados, más trabajadores, más unidos, menos libertinos, menos desarrapados, más educados, menos egoístas,  más patriotas y solidarios etc. etc.

Y todo esto sólo se consigue con mucha Ética Moral y Religiosa, cuyo principio o CIMIENTO es el Santo Temor de Dios, sin el  cual los juzgados y cárceles estarían a tope.


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