viernes, 6 de mayo de 2016

¿POR QUÉ LE TENEMOS TANTO MIEDO A LA MUERTE?

          Porque no tenemos FE ni vivimos CON DIOS,

Así de fácil decir y tan difícil de practicar porque CREEMOS en todo cuantos nos rodea, menos en Dios,

 Porque si creyéramos de veras que Dios es nuestro Padre, sólo tendríamos miedo por no saber el cuando ni el cómo, pero al CREER que  con la muerte se acabarían todos los males, se empezaría a pensar y esperar en algo que no es  ni más ni menos que el VIVIR con DIOS ¿Qué más se puede esperar?

Bien es verdad que para los no CREYENTES que vivan aquí como dioses, les sería muy natural y deseable que no existiera la muerte; y por eso no quieren ni hablar de ella.

Pero para los no creyentes que vivan una perra vida, les sería todo más llevadero si tuvieran la CERTEZA de que  con la muerte se acabó todo,; pero y ¿Si hay algo más…? ¡¡allá ellos!!

¿Y si además tienen que reconocer y decir: “Ergo erravimus a via veritatis” “Nos hemos equivocado del camino de la verdad sin retorno”  

Para los que tengan una FE como el que tiene un recuerdo olvidado en estuche, y viven encima una vida INFELIZ, que saquen del estuche esa FE y la VIVAN, porque si la FE no se CONVIERTE  en VIDA, no vale.

¿De qué sirve tener un magnífico coche sin usarlo?

Por eso digo al principio que si tenemos FE y VIVIMOS con DIOS, no sólo perderemos el miedo a la muerte, sino que la desearemos porque si ha dejado en manos de Dios el cuándo y el dónde, vivirá tranquilo, sabiendo en manos de quién los ha dejado.

 Los que CREAN que van a vivir ARRIBA eternamente CON DIOS, deberían sentirse OBLIGADOS a que Dios viva aquí ABAJO con ELLOS el mayor tiempo posible.

Como  para VIVIR esta FE, necesitamos ayuda, leamos lo que San Pablo dijo:

“Mi VIVIR en CRISTO, porque vivo yo, ya no soy yo es Cristo quien VIVE EN MÍ..

Y DESEO morir para estar CON CRISTO. “Cupio dissolvi et esse cum Cristo”

En su primera carta a los Corintios capítulo segundo dijo:

“Yo, hermanos, llegué a anunciaros el testimonio de Dios, no con sublimidad de sabiduría, que nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.

Mi palabra y predicación no fue en persuasivos discursos de sabiduría, sino en la  manifestación del Espíritu y del poder, para que vuestra FE no se apoye en la Sabiduría de los hombres, sino en la de Dios.

Los príncipes de este siglo están abocados a la destrucción. Nosotros enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo, pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.

Según está escrito: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios tiene preparado los que le aman”

Pues Dios nos ha revelado por su Espíritu que el Espíritu todo lo escudriña, hasta las profundidades de Dios.

Pues ¿Qué hombre conoce lo que en el hombre hay sino el espíritu del hombre que está en él?

Así también las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios, para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido.

De estos os hemos hablado y no con estudiadas palabras de humana sabiduría, sino con palabras aprendidas del Espíritu, adaptando a los espirituales las enseñanzas espirituales, pues el hombre ANIMAL. No percibe las cosas del Espíritu de Dios porque son locura para él y no puede entenderlas porque hay que juzgarlas espiritualmente.

También en su segunda carta a los Corintios, capítulo doce dijo:

Si es menester gloriarse, aunque no conviene, vendré a las visiones y revelaciones del Señor:

“Se de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el tercer cielo; y sé que este hombre – si el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe, fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir”

Y en su carta a los Romanos capítulo octavo, dijo:

Tengo por CIERTO que los PADECIMIENTOS del tiempo presente no son NADA en comparación con la GLORIA que ha de manifestarse en nosotros.

         Queda bien claro que cuanto más tiempo VIVAMOS aquí con Jesucristo, VIVIREMOS FELICES porque  que bien claro nos dijo: Yo ESTARÉ con vosotros todos los días.

Y el ESTAR significa PRESENCIA física.

¿Se puede DESEAR Y TENER mejor COMPAÑÍA?

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