El famoso guitarristas Narciso Yepes que
murió de un cáncer linfático a los 70
años y que visitaba con frecuencia la Abadía Cisterciense
Buenafuente del Sistar (Guadalajara) para tratar con el Dios que había reencontrado, cuando despertó su fe dormida, cuenta lo siguiente:
“Fue una pregunta en apariencia muy
simple:
¿Qué estás haciendo?
En ese instante todo cambió para mí.
Sentí la necesidad de plantearme por
qué vivía, para quién vivía…
Entré en la iglesia más próxima, Saint
Julien le Pauvre.
Hablé con un sacerdote durante tres
horas…
Es curioso porque mi desconocimiento
era tal que ni me dí cuenta de que era una iglesia ortodoxa.
A
partir de ese día busqué instrucción religiosa católica.
No olvidé que yo estaba bautizado.
Tenía la
FE DORMIDA y REVIVIÓ.
Y ya desde aquel momento nunca he
dejado de saber que soy criatura de Dios, hijo de Dios…
Un hombre con una cita de eternidad que
se va tejiendo y recorriendo ya aquí en compañía de Dios.
Así como hasta entonces Dios no contaba
para nada en mi vida,
Desde aquel instante no hay nada en mi vida,
ni más trivial, ni lo más serio, en lo que yo no cuente con Dios.
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