Al crearnos Dios, se dio cuenta, al principio, que no sería bueno que Adán viviera sólo y le dio a
Eva como compañera.
Dios quería que viviéramos en el
Paraíso todos perfectamente unidos a ÉL y entre nosotros.
Pero al dejarnos engañar por Satanás
y por nuestra ambición (como siempre), y al querer, no sólo vivir unidos con
Dios, sino llegar a ser como ÉL, cosa imposible, puesto que Dios sólo puede
haber uno.
Dios para compensarnos el habernos echando del paraíso, nos regaló
un caramelo envenenado, tan
dulce y tan amargo como es la Convivencia, sin la cual no
podríamos vivir.
Y como es un
castigo camuflado, se nos hace tan necesaria y tan difícil de practicar.
Pero cuando amamos a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como quisiéramos ser amados, es cuando practicamos
la única, verdadera y dulce convivencia.
Pero cuando se engaña, se miente, se
tiene envidia, se calumnia, se desprecia, se es intolerante, se quiere, por las
buenas o por las malas, que todos los demás
piensen, quieran y hagan lo que uno quiere, y que es todo lo que Dios no
quiere. La convivencia es un infierno.
Bien claro nos dijo Jesucristo que
es Dios:
“Amaos unos a otros como yo os he
amado”
Y aunque el “Amad a vuestros
enemigos” se nos haga difícil y nos parezca un poco exagerado, el que lo
practique, se sentirá como los ángeles porque el odiar a alguien, que es lo
contrario del amar, sólo produce un malestar y dasosiego.
Luego queda de manifiesto que cuando
se vive en Paz con Dios y con los demás,
la convivencia es un caramelo muy dulce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario