sábado, 10 de diciembre de 2016

¿POR QUÉ UN POLÍTICO FUE CONDENADO Y ES SANTO?

         
       Porque Santo Tomás Moro, que fue canciller de Enrique VIII rey de Inglaterra, y fue condenado en 1535 a ser decapitado por no aprobar  lo que el rey quería hacer e hizo, casándose con Ana Bolena sin la APROBACIÓN  de Roma y se autoproclamó cabeza visible de la Iglesia de Inglaterra. Hoy es Santo Tomás.

         Ahora que tanto se critica a los Políticos, a veces con razón y casi siempre por demagogia y no con miras ALTAS, sepamos históricamente  el  comportamiento honrado, inteligente y consecuente con sus creencias.

        Para Tomás Moro, JESUCRISTO y su IGLESIA estuvieron  por encima de TODO.

“Viendo que estáis dispuestos a condenarme le dijo a Enrique VIII Tomás Moro:

 “Dios sabe como, quiero ahora, para desahogo de mi CONCIENCIA, exponer de manera clara mi opinión sobre la ACUSACIÓN y  sobre vuestro ESTATUTO.

La ACUSACIÓN se basa en una ley del PARLAMENTO que está en directa contradicción con las LEYES de DIOS y de su Santa IGLESIA, cuya suprema DIRECCIÓN  no DEBE arrogarse ningún SOBERANO ni LEY

Por derecho le corresponde a la Santa SEDE de ROMA, como PRIVILEGIO especial que nuestro SALVADOR, cuando aún moraba en el mundo, OTORGÓ a San PEDRO  y sus SUCESORES.

Pero sea como sea: no buscáis mi sangre tanto por esta SUPREMACÍA, como porque NO he querido APROBAR su matrimonio con Ana Bolena”

El juez leyó la sentencia: Tomás Moro, Reo de alta traición, debía ser arrastrado, colgado en la horca, amputado en vida de pies y manos, rajado aún vivo etc, etc.

Moro respondió: “En el  "Hecho de los Apóstoles", leemos: que Pablo guardaba las ropas de los que apedreaban a Esteban; pero hoy AMBOS son SANTOS en el Cielo, y allí son AMIGOS para siempre.

ESPERO y REZO de corazón que aunque me CONDENÉIS en la tierra, NOS encontremos para NUESTRA eterna salvación en el CIELO”.

Cuando estaba encarcelado en la Torre de Londres,   habiéndosele confiscado todos sus bienes y desoyendo las súplicas de su mujer e hijas para que CEDIERA, una noche le asaltó una tentación: “¿Colgarme yo?. Por una parte, está el hecho de que peso demasiado, estoy demasiado gordo, y correría el riesgo de que se rompiera la cuerda. Por otra, ni siquiera tengo la cuerda”. Rompió a reír y desapareció la tentación.

He aquí su famosa oración:
        
“Dame, Señor, una buena digestión y naturalmente, algo que digerir.
         Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para conservarla
         Dame un alma serena, Señor, que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro, de forma que no me escandalice ante el pecado, sino que sepa encontrar el modo de ponerle remedio
         Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos, y no permitas que me tome demasiado en serio esto tan avasallador que se llama “YO”
         Dame el sentido del ridículo. Concédeme la gracia de entender las bromas a fin de tener alegría en la vida y hacer partícipes de ella a los demás. Amén”

        

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