Si sólo creemos Sabio al que sabe mucho de todo porque ha
estudiado y leído y vive de acuerdo con lo estudiado y leído, o es una Eminencia en algo, queda claro que no todos
podemos ser sabios, pero el que:
VIVA con el Santo
Temor de DIOS, que es el Principio de la
SABIDURÍA, será un verdadero SABIO, porque la Sabiduría es muy fácil de leer y
muy difícil de practicar.
Leamos el
capítulo 7 versículo 22 del Libro de la Sabiduría.
“En la Sabiduría hay un ESPÍRITU
Inteligente.
Santo. Único y múltiple. Sutil.
Ágil, Penetrante, Inmaculado, Claro.
Inofensivo. Benévolo.
Agudo, Libre. Bienhechor.
Amante de los hombres, Estable. Seguro.
Tranquilo.
Todopoderoso. Omnisciente, que
Penetra en todos los Espíritus.
Inteligentes, Puros. Sutiles.
Porque la Sabiduría es más ágil que
todo cuanto se mueve, se difunde su pureza y lo penetra todo.
Porque es un hálito del poder DIVINO y una emanación
pura de la gloria de Dios Omnipotente, por lo cual nada hay manchado en ella.
Es el resplandor de la luz eterna,
el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su bondad.
Y siendo una, todo lo puede, y
permaneciendo la misma, todo lo renueva, y a través de las edades, se derrama
en las almas santas, haciendo amigos de Dios y Profetas
Que Dios a nadie ama sino al que MORA
con la SABIDURÍA.”
Luego queda de manifiesto que para ser
UN SABIO no es necesario, tener mucho dinero, ni poder, ni fama, ni ser una eminencia
ni haber hecho grades obras EXTERNAS; pero sí muchas acciones INTERNAS salidas
de su colaboración con el ESPÍRITU de DIOS.
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