No es ni un Derecho ni
una Obligación, de lo que hoy, tanto se habla se polemiza, se
manipula y para algunos el defender nuestros Derechos y no nuestras Obligaciones, se convierte en su banderín de enganche para conseguir votos y
situarse.
Este Mandato de Dios es
el el gran Privilegio, el gran Don y el Derecho, sin imposiciones
para que nos pongamos a la altura de Poder Creativo de Dios
¿Somos conscientes de
que podremos llegar a tan alta dignidad?
Bien es verdad que ese
DON es un caramelo, a veces, envenenado por nuestra saliva
emponzoñada y por la basura de materialismo que nos tragamos.
Porque, aunque para
poder engendrar nuevas vidas, Dios también nos ha dotado de la
energía sexual o erótica, que lo mismo es tan sublime, deseable,
apetitosa, como humillante, ridícula, aborrecible, despreciable o
canalla.
Esa energía sexual la
tenemos enjaulada y un tanto dormida pero cuando se despierta o nos
la despiertan y nos la fomentan, se enfurece, rompe los barrotes y
nos lanza a la promiscuidad erótica, dando zarpazos y mordiscos a
las infidelidades, al adulterio o ahogando al recién nacido.
¿Se puede convertir ese DON de Dios, para muchos, en un Derecho de ir contra Dios y contra sus leyes que lo regulan y dirige?
¿Se puede convertir ese DON de Dios, para muchos, en un Derecho de ir contra Dios y contra sus leyes que lo regulan y dirige?
A Dios, nadie le podrá
acusar de que en el engendrar lleva latente una obligación de cuidar
y amar lo que se haya engendrado.
Para eso Dios, que es
muy sabio, nos ha inoculado oculto ese sentimiento de amor loco por
ese nuevo ser porque es carne y sangre nuestra
Por lo tanto cuando
procreamos, adquirimos el único DERECHO de propiedad que ni Dios nos
lo puede quitar y la OBLIGACIÓN ineludible de amar y cuidar a los
hijos, educándolos en el SANTO TEMOR DE DIOS.
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