viernes, 16 de junio de 2017

¿POR QUÉ LA VIDA ES UN PRÉSTAMO DE DIOS?

                Dios es la VIDA y la Vida es DIOS y por eso todo cuanto existe proviene de Dios. Lo mismo la plasma en un elefante que en una pulga o en un microbio. 

          Y aunque Dios nos haya dado la vida sin nuestro consentimiento y sea un  préstamo a fondo perdido,  nos deja en libertad para negociar con ella.

              El herido por el flechazo del enamoramiento exclama: “Tu eres mi vida”. De momento ya la tiene alquilada y ojala sea mientras viva.

               La madre  llorará angustiada porque los hijos descarriados le están quitando la vida. A esta pobre madre, se la han robado.

            Los agobiados por el trabajo y el estrés, gritarán: “Vaya perra vida”. Estos, hasta la regalan.

          Las abortivas, creen que  por el hecho de haber alquilado su cuerpo, se convierten en propietarias del inquilino nasciturus.

              Y así en infinidad de casos, comprobaremos que el que menos se puede llamar propietario de su vida, es uno mismo, porque para llamarse propietario, tiene que tener verdadero dominio de la propiedad.

         El único propietario de nuestra vida es Dios, que aunque nos la ha dado sin nuestro consentimiento, es un capital con el que podremos sacar unos rendimientos suculentos si los invertimos en lo que Dios manda. 

Algunos gobiernos intentan quitarle  a Dios ese poder y engañarnos diciendo que si no fuera por ellos, no tendríamos vida; pero caen en una contradicción manifiesta.

Dicen proteger a los más necesitados y eliminan a los más indefensos.

          Reparten  riqueza sin poner los medios para seguir creándola.

La tal protección ¿No será demasiado interesada?

Dios no busca su interés al darnos la vida y conservarla hasta que El quiera, sino para que sepamos disfrutarla temporalmente y luego eternamente.

       Algunos se emperran en maltratar su vida despilfarrándola con toda clase de vicios y pecados y para colmo, le dicen a Dios, que como ellos no se la han pedido, se la tiran a la cara.

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