viernes, 30 de junio de 2017

Señor, dame PACIENCIA, pero que SEA YA


Lo indigno por nuestra parte, lo misterioso y amoroso por parte de Dios, es que nos atiende siempre; pero no a nuestro gusto y YA.

        Y como lo hace porque nos quiere y le agrada tanto estar a nuestro lado, que no le importa que abusemos de ÉL y encima LE critiquemos porque no nos ha concedido lo que, a veces, hemos pedido como demasiada insistencia.

Si  hacemos un recorrido a nuestra vida y si recordamos alguna petición no correspondida por Dios,  podremos comprobar que si  la hubiera concedido, nos habría sido perjudicial.

Y es que Dios es el PADRE más Sabio y Amoroso  de todos los tiempos y por lo tanto es el único que sabe lo que más nos conviene.

Alguien dirá: Si Dios sabe lo que nos CONVIENE ¿Para qué molestarle pidiéndoselo? El que así  preguntara, ¡¡Qué poco conoce a Dios!!

Como por desgracia, sólo nos acordamos de Dios como de “Santa Bárbara cuando truena” y Él lo que desea es estar con nosotros, no tiene otro modo de ponerse en contacto con nosotros que obligándonos a tener que ponernos en contacto con ÉL por medio de la SÚPLICA confiada y duradera.

 Cuanto más tarde  en concederla, más tiempos nos sentiremos obligados a estar  a su lado.

 No hará falta meterse en una iglesia, que en algunos casos, estará mejor porque allí está presente en la Eucaristía; pero si no se puede, es suficiente con entrar dentro de uno mismo que es donde también está Dios porque como dijo San Pablo.”En Dios, somos, vivimos y nos movemos”.

Y como bien claro dijo Jesucristo: "No andéis buscando a Dios aquí o alli, porque está dentro de vosotros.

  Que nuestra súplica no sea nunca como la de aquel que decía: “Señor dame paciencia; pero que SEA YA”

          Bien es verdad que el que espera, se desespera, pero también es verdad que “Con paciencia y una caña, todo se alcanza” y El que la sigue la consigue”

Sobre todo recordemos  lo que Jesucristo dijo:

“Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá”

El día que consigamos sentar a Jesucristo en nuestra mesa, no para darle un banquete a la carta, sino sencillamente entablar una íntima conversación de TÚ a tú, sentiremos una felicidad desconocida.

  

No hay comentarios: