Aunque Jesucristo dijo: el que se
humilla, será ensalzado, no lo dijo para que el humilde lo haga esperando
reconocimiento.
El que se crea, no humilde, sino humillado porque ha nacido pobre y se cruce de brazos y no intente ser algo, se lance a la calle a mendigar o se deje manipular para ser arma arrojadiza en beneficio de algún partido político, será de momento, digno de compasión.
Pero el humilde trabajador, honrado
y servicial, sin servilismo, no le faltará trabajo ni se morirá de hambre,
porque tarde o temprano será descubierto
y hasta rifado.
Los hay que siendo unos don nadie, tienen tanta ambición de ser algo importante, que montándose en su soberbia, prepotencia, y aunque puede que consiga, ser importante, pero que lo cuente al final de su vida.
Han existido, existen y gracias a Dios,existirán, que siendo unas
eminencias, son los más humildes, porque reconocen sus limitaciones, sabiendo
que si son lo que son, es porque Dios les ha dotado de esos dones y por lo
tanto, lo que desean es que el reconocido sea Dios.
Pues Dios que lo tiene todo y aunque parezca mentira, se humilla naciendo en un pesebre y muriendo crucificado y para más humillación y burla, coronado, no de laurel sino de espinas y no para ser enaltecido, sino conseguir que LE Amemos, y nos dejemos amar, cosa difícil y muy valiosa para Dios.
Pues Dios que lo tiene todo y aunque parezca mentira, se humilla naciendo en un pesebre y muriendo crucificado y para más humillación y burla, coronado, no de laurel sino de espinas y no para ser enaltecido, sino conseguir que LE Amemos, y nos dejemos amar, cosa difícil y muy valiosa para Dios.
Y como lo que mucho vale, cuesta mucho, Jesucristo lo pagó con su sangre.
¿Quién no amaría a Dios si se presentara con todo su poder, aunque sólo fuera, para obtener su ayuda?
Y aunque ese amor, sería para beneficio propio, también Dios lo desea, algo es algo y menos sería la indiferencia o el olvido de Dios.
Pero todo esto sucede porque Dios que esencialmente es
Amor, lo que quiere es un amor puro y
desinteresado que debería surgir, aunque sólo fuera por el agradecimiento al recordar cómo fue y sigue tratado Jesucristo que es Dios y que no buscaba otra cosa que nuestra ETERNA SALVACIÓN.
Ojalá pudiéramos hacer nuestros los versos del poeta anónimo del siglo XVI
No me mueve, mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte
.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.,
Muéveme, en fin, tu amor, y del tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario