Dios
tiene demasiada capacidad para tener en su corazón de Padre, los seis mil millones de hijos
actuales, los pasados y los venideros.
Pero una
cosa es que nos ame a todos y otra muy distinta que nos hagamos digno de un
amor tan grande.
Y los
que no LO conozcan o no quieran conocerlo ¿Cómo podrán ser AMADO?
Todos los seres humanos, por muy atrasados, ignorantes y malas personas que sean, han sentido, alguna vez, en su interior, la creencia y, o, sospecha de que por encima de ellos hay algo superior y, además, no pueden ignorar la Ley natural del bien y del mal aunque con matices.
Todos los seres humanos, por muy atrasados, ignorantes y malas personas que sean, han sentido, alguna vez, en su interior, la creencia y, o, sospecha de que por encima de ellos hay algo superior y, además, no pueden ignorar la Ley natural del bien y del mal aunque con matices.
Ante
esta posibilidad, se podría pensar que no haría falta que los Misioneros los
catequizaran, ignorando que su misión es darle a conocer que Dios ha bajado
hasta nosotros para demostrarnos su amor y liberarlos de la esclavitud que, en
muchas culturas paganas, sufren ante sus dioses, supersticiones y enseñarles y
facilitarles el camino correcto de salvación, y al mismo tiempo, llevarles algo
de cultura y progreso social.
Dios no se conforma con un amor genérico,
quiere un amor de INTIMIDAD y para que exista tal intimidad quiere que LE
conozcan, por eso desea darse a conocer y San Pablo dijo: ¿Cómo lo van a
conocer si no hay quien se lo enseñe?
Para
gozar de ese amor ahora y ETERNO, tendremos que haber tenido un comportamiento en consonancia con la persona ante la cual
nos vamos a presentar.
En una
palabra: Dios nuestro Padre tiene capacidad suficiente para querernos a todos y
cada uno como hijo PREDILECTO y por eso quiere que LE conozcamos y seamos
dignos de tal privilegio.
Ningún
padre, por bueno que sea, puede imponer ese amor predilecto a un hijo que le
ignore o le odie.
Dios es PADRE de TODOS, siempre que TODOS seamos DIGNOS hijos.
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