viernes, 22 de diciembre de 2017

¿QUÉ PUEDE TEMER DIOS DE NOSOTROS?

         Dios no puede temer NADA de nosostros porque para eso es Dios; pero  como también es PADRE, siempre está temeroso del daño que nos podemos hacer a nosotros, sus hijos predilectos.
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         Dios teme, como cualquier padre, que siempre está temeroso de que sus hijos rebeldes y desobedientes, al hacer alguna trastada, se perjudiquen ellos gravemente.

         Dios siempre ha estado temeroso y lo  está de que le montemos un circo en donde seamos devorados por las fieras domadaspor los que nos gobiernen.

En el capítulo once del Génesis se cuenta lo siguiente:

Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. En su marcha desde Oriente hallaron una llanura en la tierra del Señor, y se establecieron allí. Dijéronse unos a otros:

“Vamos a edificar una ciudad y una torre, cuya cúspide toque los cielos, y nos hagamos famosos, por si tenemos que dividirnos por la faz de la tierra”

Bajó Yavé a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres y se dijo:

“He aquí un pueblo uno, pues tienen una  lengua sola. Se han propuesto, y nada les impedirá llevarlo a cabo. Bajemos pues, y confundamos su lengua de modo que no se entiendan unos a otros”. 

Dios temiendo que con esta trastada descomunal inaccesible e infructuosa les condujera a un fracaso total, confundió su lengua y se tuvieron que dispersar

       ¿Qué podría hacer Dios con  los que ahora quieren un sóla LENGUA para convertirse en PROPIETARIOS siendo unos INQUILINOS de unas tierras que es de todos y que ellos mismos no saben ni se ponen de acuerdo en el cómo hacerlo?

       Abrirle los ojos para que viendo sus Utopías, reconociendo todos sus errores, y siendo sinceros e inteligentes, dejen de asomarse al precipicio y vuelvan a la base que es donde está el pueblo sensato y soberano, que por desgracia, siempre paga  los platos que rompe algunos ambiciosos.

           La historia  ha demostrado  y siguen demostrando que los hombres sólo saben unirse para realizar grandes obras, que aunque con apariencias de buenas, casi siempre han sido destructivas.

Recuérdense las persecuciones y martirios en tiempo de los Césares en Roma. Los Holocaustos  Nazis, los Gulag Soviéticos, las atrocidades de todos los Imperialismos, las Dictaduras y las incongruencias de algunas Democracias, que con buenas apariencias no miran el bien común, sino el partidismos y hacen de dioses confundiendo y dividiendo a los pueblos

. Para todos estos sólo existe un vocablo: DESTRUCCIÓN. Con apariencias de  Cambio y PROGRESO.

En vista de que no somos capaces de unirnos para hacer el bien, Dios decidió bajar a la tierra para estar con nosotros; pero no como Dios OMNIPOTENTE, que lo es y muchos no aceptan.

         Se presentó como POBRE NIÑO INDEFENSO para que al menos, movidos por la compasión y el amor (Lo único que a veces nos une) en estos días Navideños,  nos olvidemos de nuestras rencillas y antagonismos ideológicos, que por otra parte no nos dan de comer y le pidamos al Niño Jesús, a la Virgen y a San José que nos echen una mano y nos saquen de esta crisis, porque por lo visto, aquí sólo importa no matar a los toros; pero sí a los inocentes  y quitar los crucifijos que son el símbolo del SACRIFICIO y el AMOR que son con los que únicamente podremos crear riqueza y PROGRESO.

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