En la NOCHEBUENA de hace 123
años, Paul Claudel, gran poeta, dramaturgo y diplomático francés, se sintió
llamado por Dios, como lo cuenta él mismo:
“Fui a Notre Dame de París para asistir
a los oficios de Navidad.
Yo no CREÍA en nada; pero me parecía
que en las ceremonias católicas encontraría inspiración para escribir algo…
Los niños del coro vestidos de blanco
estaban cantando lo que después supe que era el Magníficat.
Entonces fue cuando se produjo el
acontecimiento que ha dominado toda mi vida.
En un
instante mi corazón fue tocado y CREÍ. Creí con tal fuerza de adhesión,
con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal
certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda…
¡Dios existe, está ahí! ¡Es alguien, es
un ser tan personal como yo!
¡Me ama! ¡Me llama…!
La misma noche de ese memorable día de
Navidad tomé una Biblia y por primera vez escuché el acento de esa voz tan
dulce y a la vez tan inflexible de la Sagrada Escritura
que ya nunca ha dejado de resonar en mi corazón.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario