miércoles, 26 de agosto de 2009

VER, OIR Y CALLAR

Deberíamos vivir con ojo avizor, oído despierto y la boquita cerrada.

VER. No siempre podemos evitar ver lo no deberíamos ver; pero sí que podemos dejar de mirar lo que nos puede incitar al pecado. “Ojo que no ve, corazón que no quiebra e evita tentación.”

Los ojos bien abiertos para contemplar todas las maravillas que nos rodean para saber subir de lo creado al CREADOR.

Abrir los ojos para apreciar todo lo bueno que tienen las personas que nos rodean y cerrarlos para lo malo.

Si miramos así, nuestro espíritu se vivificará y nuestra mirada será siempre luminosa.

OIR. No hay que dar oídos a todo lo que se dice, sobre todo si es malo, aunque nos favorezca, ni cerrarlos a todo lo bueno aunque nos perjudique.

No sólo no oír, sino cerrarlos herméticamente a las calumnias, maledicencias, chismorreos y muy abiertos a los buenos consejos y a lo que Dios nos dice.

Si oímos todo lo bueno y desoímos lo malo, conseguiremos vivir en paz con nosotros y con los demás.

CALLAR. Voy a copiar un artículo de José Mª Alimbau publicado en LA RAZON:

Callar las propias excelencias… es parva humildad.
Callar las cualidades y las buenas obras del otro… es envidia.
Callar para no herir susceptibilidades de otro… es delicadeza.
Callar en tiempo de infortunio… bondad.
Callar las palabras inútiles y vacías…es sabiduría.
Callar los defectos del prójimo… caridad.
Callar para escuchar… es educación.
Callar a tiempo… es prudencia y discernimiento.
Callar, cuando se debe hablar… es cobardía.
Callar ante el fuerte y el poderoso… es sometimiento.
Callar ante una injusticia… es complicidad.
Callar cuando te humillan… es “andar en verdad”
Callar en los momentos difíciles, de tensión… es virtud
Callar ante la injuria, la maledicencia y la calumnia… es fortaleza
Callar para mejor amar, a imitación y seguimiento de Jesús… SANTIDAD

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