Este Mandato Divino, parece que lo hemos convertido, por nuestra culpa, en una maldición que nos persigue desde que nacemos hasta que morimos.
Nacemos con rebeldía, y al no poder corregir a Dios, nos consideramos dioses y queremos hacer y, lo que conseguimos es, deshacer.
Lo primero que queremos separar es el Cuerpo del Alma porque al darle tanto protagonismo al Cuerpo, el Espíritu se siente despreciado y se venga con angustias, depresiones etc.
En cuanto se rompe el matrimonio porque cada uno, manteniendo su rebeldía, y al no sacrificarse mutuamente, en beneficio de ambos, la familia desaparece. Ya se han roto los pilares del progreso y bienestar.
Qué manía tenemos de que nos guste vivir divididos y enfrentados por distintas ideologías, costumbres, pareceres, caprichos, partidos, e intentando por las buenas o las malas de que todos sean como uno.
He aquí otra separación que hacemos los hombres cuando Dios nos ha hecho hermanos a TODOS.
La RAE así define la política: “Arte con el que se conduce un asunto y se emplean los medios para alcanzar un fin determinado”.
El fin determinado que se debería buscar y conseguir sería el BIEN COMUN para TODOS.
La política actual, parece que busca y lo está consiguiendo, es el bien de UNOS POCOS, enfrentándolos a los demás. Más división.
Otra división fundamental para el progreso es la que se está produciendo con la nueva Ley del Aborto, porque divide y separa al hijo de su madre aun antes de nacer. Separación antinatural.
En lo religioso, bien claro dijo Dios que EL era el que era y que era el UNICO.
A nosotros, por desgracia, parece ser que lo que nos gusta es dividir y separar, nos hemos creado otros dioses para enfrentarnos.
Dios nos quiere UNIR porque en la unión está la fuerza y nosotros a SEPARARNOS.
Lo más triste de estas divisiones y separaciones creadas por el hombre es que después también nos obligará a vivir ETERNAMENTE DIVIDIDOS, unos para bien y otros para mal.
sábado, 9 de enero de 2010
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